jueves, 14 de noviembre de 2013

El Milagro del PH de los Alimentos contra el Cáncer

LA CAUSA PRIMARIA DEL CÁNCER


Aún vivimos en una sociedad de oscurantismo moderno, porque los conocimientos que son de más utilidad al ser humano se nos ocultan muy sutilmente. Justamente los descubrimientos realizados por los científicos y hombres preclaros deben de estar al servicio de la sociedad. Pero no es así. Principalmente cuando se trata de la salud humana, es inevitable mencionar que en el mundo las naciones o los estados gastan ingentes cantidades de dinero en programas de salud pública, siendo los resultados más que decepcionantes. La sociedad pierde, pero la industria farmacológica es la beneficiada. ¿Y los gobernantes de turnos? Beneficiándose en esos negocios.

Por ello, en esta oportunidad hacemos esta publicación en nuestro BLOG, todo lo referente al"El Milagro del PH de los Alimentos contra el Cáncer", que seguramente a muchos les causará dudas, otros más sensatos lo darán por cierto, y los que somos los indignados de los sistemas que nos dominan trataremos de cambiar nuestros estilos de vida por nuestro bien.

En ese estado de cosas ¿sabían que en el año 1931 un científico recibió el premio Nobel por descubrir la causa primaria del cáncer? Ese señor fue Otto Heinrich Warburg (1883-1970). Premio Nobel 1931 por su tesis LA CAUSA PRIMARIA Y LA PREVENCIÓN DEL CÁNCER”

Según este científico, el cáncer es la consecuencia de una alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico. Porque una alimentación antifisiológica (dieta basada en alimentos acidificantes y sedentarismo), crea en nuestro organismo un entorno de ACIDEZ. La acidez, a su vez EXPULSA el OXÍGENO de las células.

Siguió diciendo:
“La falta de oxígeno y la acidosis son las dos caras de una misma moneda: cuando usted tiene uno, usted tiene el otro. Las substancias ácidas rechazan el oxígeno; en cambio, las substancias alcalinas atraen el oxígeno”
O sea que un entorno ácido, sí o sí es un entorno sin oxígeno… Y afirmaba que: “Privar a una célula de 35% de su oxígeno durante 48 horas puede convertirlas en cancerosas.”

Según Warburg: “Todas las células normales tienen un requisito absoluto para el oxígeno, pero las células cancerosas pueden vivir sin oxígeno, una regla sin excepción”. Y también: “Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos.” En su obra “EL METABOLISMO DE LOS TUMORES” Warburg demostró que todas las formas de cáncer se caracterizan por dos condiciones básicas:
• La acidosis
• La hipoxia (falta de oxígeno)

También descubrió que las células cancerosas son anaerobias (no respiran oxígeno) y NO PUEDEN sobrevivir en presencia de altos niveles de oxígeno. En cambio, sobreviven gracias a la GLUCOSA siempre y cuando el entorno esté libre de oxígeno.

Por lo tanto, el cáncer no sería nada más que un mecanismo de defensa que tienen ciertas células del organismo para continuar con vida en un entorno ácido y carente de oxígeno.

Resumiendo:

 Células sanas viven en un entorno alcalino y oxigenado, lo cual permite su normal funcionamiento.
 Células cancerosas viven en un ambiente extremadamente ácido y carente de oxígeno.

ANTES DE SEGUIR:
Una vez finalizado el proceso de la digestión, los alimentos de acuerdo con la calidad de proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas que otorgan, generarán una condición de acidez o alcalinidad al organismo.
El resultado acidificante o alcalinizante se mide a través de una escala llamada pH, cuyos valores se encuentran en un rango de 0 a 14, siendo el pH 7, un pH neutro.
Es importante saber cómo afectan la salud los alimentos ácidos y alcalinos, ya que para que las células funcionen en forma correcta y adecuada su pH debe ser ligeramente alcalino. En una persona sana el pH de la sangre se encuentra entre 7,40 y 7,45. Tener en cuenta que si el pH sanguíneo cayera por debajo de 7, entraríamos en un estado de coma próximo a la muerte.
Entonces, ¿qué tenemos que ver nosotros con todo esto?

Analizando la alimentación promedio:

 

ALIMENTOS QUE ACIDIFICAN EL ORGANISMO (es decir los peores alimentos):
• Azúcar refinada y todos sus productos (el peor de todos: no tiene ni proteínas ni grasas ni minerales ni vitaminas, solo hidratos de carbono refinados que estresan al páncreas. Su pH es de 2,1, o sea altamente acidificante)
• Carnes (todas)
• Leche de vaca y todos sus derivados
• Sal refinada
• Harina refinada y todos sus derivados (pastas, galletitas, etc.)
• Productos de panadería (la mayoría contienen grasas saturadas, margarina, sal, azúcar y conservantes)
• Margarinas
• Gaseosas
• Cafeína
• Alcohol
• Tabaco
• Medicinas
• Cualquier alimento cocinado (la cocción elimina el oxigeno y lo trasforma en ácido) inclusive las verduras cocinadas.
• Todo lo que contenga conservantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, etc.
En fin, todos los alimentos envasados.

Constantemente la sangre se encuentra autorregulándose para no caer en acidez metabólica; de esta forma garantiza el buen funcionamiento celular, optimizando el metabolismo. El organismo debería obtener de los alimentos las bases (Minerales) para neutralizar la acidez de la sangre de la metabolización, pero todos los alimentos ya citados, aportan muy poco, y en contrapartida desmineralizan el organismo (sobre todo los refinados)
Hay que tener en cuenta que en el estilo de vida moderno, estos alimentos se consumen 5 veces por día los 365 días del año!
Curiosamente todos estos alimentos nombrados, son ANTIFISIOLOGICOS!!… Nuestro organismo no está diseñado para digerir toda esa porquería!

ALIMENTOS ALCALINIZANTES  (es decir, los que nos hacen bien):

• Todas las verduras crudas (algunas son ácidas pero dentro del organismo tienen reacción alcalinizante, otras son levemente acidificantes pero consigo traen las bases necesarias para su correcto equilibrio) y crudas aportan oxígeno; cocidas, no, están casi muertas.
 Frutas, igual que las verduras, pero por ejemplo el limón tiene un pH aproximado de 2.2, pero dentro del organismo tiene un efecto altamente alcalinizante (quizás el más poderoso de todos). Las frutas aportan saludables cantidades de oxígeno.
 Semillas: aparte de todos sus beneficios, son altamente alcalinizantes como por ejemplo las almendras. Algunas semillas germinadas son mejores.
 Cereales integrales: El único cereal integral alcalinizante es el Mijo, también la quinua y la quihuicha, todos los demás son ligeramente acidificantes pero muy saludables. Todos deben consumirse cocidos.
 La miel es altamente alcalinizante
• La clorofila de las plantas (de cualquier planta) es altamente alcalinizante (sobre todo el aloe vera)
• El agua es importantísima para el aporte de oxigeno. “La deshidratación crónica es el estresante principal del cuerpo y la raíz de la mayor parte de las enfermedades degenerativas” afirma el Dr. Feydoon Batmanghelidj. A esto agregamos la importancia del AGUA ISOTÓNICA, con agua de mar.
• El ejercicio oxigena todo tu organismo, el sedentarismo lo desgasta.
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El Doctor George W. Crile, de Cleveland, uno de los cirujanos más importantes del mundo declara abiertamente: “Todas las muertes mal llamadas naturales no son más que el punto terminal de una saturación de ácidos en el organismo. Contrario a lo anterior es totalmente imposible que un cáncer prolifere en una persona que libere su cuerpo de la acidez, nutriéndose con alimentos que produzcan reacciones metabólicas alcalinas y aumentando el consumo del agua pura; y que, a su vez, evite los alimentos que originan dicha acidez, y se cuide de los elementos tóxicos. En general el cáncer no se contagia ni se hereda, lo que se hereda son las costumbres alimenticias, ambientales y de vida que lo producen.”

Mencken escribió:
“La lucha de la vida es en contra de la retención de ácido. El envejecimiento, la falta de energía, el mal genio y los dolores de cabeza, enfermedades del corazón, alergias, eczemas, urticaria, asma, cálculos y arteriosclerosis no son más que la acumulación de ácidos.”
El Dr. Theodore A. Baroody dice en su libro “Alkalize or Die” (alcalinizar o morir):
“En realidad no importa el sinnúmero de nombres de enfermedades. Lo que sí importa es que todas provienen de la misma causa básica: muchos desechos ácidos en el cuerpo”.
El Dr. Robert O. Young dice:
“El exceso de acidificación en el organismo es la causa de todas las enfermedades degenerativas. Cuando se rompe el equilibrio y el organismo comienza a producir y almacenar más acidez y desechos tóxicos de los que puede eliminar, entonces se manifiestan diversas dolencias.”

¿Y la quimioterapia?

No vamos a entrar en detalles, solamente nos vamos a limitar a señalar lo obvio:
La quimioterapia acidifica el organismo a tal extremo, que éste debe recurrir a las reservas alcalinas de forma inmediata para neutralizar tanta acidez, sacrificando bases minerales (Calcio, Magnesio, Potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y cabellos.
Es por ese motivo que se observa semejante degradación en las personas que reciben este tratamiento, y entre tantas otras cosas, se les cae a gran velocidad el cabello. Para el organismo no significa nada quedarse sin cabello, pero un PH ácido significaría la muerte.
¿En necesario decir que esto no se da a conocer porque la industria del cáncer y la quimioterapia son uno de los negocios más multimillonarios que existen hoy en día? ¿En necesario decir que la industria farmacéutica y la industria alimenticia son una sola entidad?
¿Te das cuenta de lo que significa esto?
¡Cuántos de nosotros hemos escuchado la noticia de alguien que tiene cáncer y siempre alguien dice: “y sí… Le puede tocar a cualquiera…”¿A cualquiera?
                                                                               “La ignorancia, justifica… el saber, condena”




La alcalinidad como base de la salud:

 

¿En qué consiste el pH base?


El término pH lo definió originalmente un bioquímico danés  en 1.909 llamado Soren Peter Lauritz Sörensen. El pH significa literalmente el “potencial de hidrógeno”, es decir, el Ph sirve para indicar la concentración de iones de hidrógeno en un fluido. Los iones de hidrógeno simplemente son protones (partículas o moléculas cargadas positivamente). Y ya que los ácidos disueltos en un fluido son los que producen iones de hidrógeno, sabemos que cuantos más iones de hidrógeno haya en una solución, la que sea,  más ácida será esa solución. Por lo tanto, si miramos  la concentración de iones de hidrógeno en un fluido (fluidos corporales saliva, orina, sangre, líquido extra e intra celular), el pH nos indicará sí un fluido o componente es ácido, alcalino o neutro. Esta es la razón por la cual medir el pH de nuestros fluidos corporales y tejidos nos permite determinar si nuestro cuerpo está en un estado de equilibrio ácido-alcalino. Debe matizarse que una sustancia ácida desprende o libera iones de hidrógeno y una sustancia alcalina absorbe iones de hidrógeno.

El pH se mide con una escala que va desde el 0 hasta el 14. La medida 7 es el neutro; es decir, que no es ni ácido ni alcalino. Cualquier medida bajo 7 se considera ácido y por encima alcalina. También es importante recalcar que la variación de un valor representa 10 veces más, o 10 veces menos, es decir, un pH 7, es diez veces más alcalino que un Ph6, por ejemplo. Así que, cualquier ligero cambio, representa un cambio enorme.

 

¿Por qué es tan importante para nuestra salud?

Cuando hablamos de salud, el equilibrio del pH lo es todo. El equilibrio entre estos dos componentes, acido-alcalino, es esencial, no solo para nuestra salud a todos los niveles, sino para retrasar el envejecimiento y envejecer de otra manera. El equilibrio del pH de nuestros fluidos corporales: saliva, orina, sangre, líquido inter y extra celular.

El premio Nobel Albert Sent.-Gyögyi, 1937 (por descubrir la vitamina C en 1927) dijo que el cuerpo “es alcalino por diseño, pero sus funciones son acidificantes”. Se refería a que todos los procesos metabólicos del cuerpo producen enormes cantidades de ácido, minuto a minuto, a pesar de que para poder funcionar apropiadamente, las células y los tejidos, necesitan un entorno alcalino, y el cuerpo hará todo lo que esté es su mano para mantener su diseño alcalino y mantener el equilibrio del pH.

Todas las funciones corporales producen efectos ácidos; por lo tanto es muy fácil y normal que la sangre y los tejidos se acidifiquen. Así que se puede decir: el cuerpo humano es alcalino por diseño, pero sus funciones son acidificantes. Y en la práctica quiere decir que el cuerpo necesita un combustible alcalino, y que los ácidos se generan como un sub-producto de todas las actividades humanas. Es importante decir, por lo tanto, que hay dos elementos químicos –ácidos y bases-, y que son opuestos, y que cuando se encuentran con determinadas proporciones, se neutralizan.

 

¿Qué es lo que provoca o produce la acidificación?


Como se ha dicho antes, la acidificación se produce no solo por las propias funciones del cuerpo, sino por un desequilibrio en las dietas, que son enormemente acidificantes, produciendo una sobre acidificación de las células, tejidos, órganos y finalmente la sangre. Este desequilibrio crea el marco para el caos,  abriendo la puerta a las enfermedades y patologías de todo tipo. Los pensamientos y el estrés o un estado emocional negativo también acidifican, el estilo de vida y la vida sedentaria. Los medicamentos, las ondas y cualquier elemento químico que se halle en el aire, agua o alimentos también.

 

¿Qué consecuencias tiene la acidificación?


La sangre idealmente debería mantenerse siempre con un pH 7.365. Hay otras partes del cuerpo que tienen un Ph diferente. Mantener el pH alcalino de los fluidos corporales, incluyendo la sangre, orina, saliva (lagrimas y sudor) es fundamental para tener una buena salud. Pero lo más importante es la sangre.

Las enfermedades físicas, crónicas y agudas, y el malestar son casi siempre consecuencia del exceso de ácido que estresa el equilibrio del pH del cuerpo, llegando a producir los síntomas que ya conocemos como enfermedades. La enfermedad también puede ser el resultado de haber estado expuesto a fuentes toxicas, contaminación de todo tipo (pero es más inusual). Dependiendo del nivel de acidez, muchas veces los síntomas son apenas perceptibles. La buena noticia es que podemos revertir ese estado ácido, siendo responsables y eligiendo otros estilos de vida y otros alimentos.

Nuestro cuerpo no puede soportar por mucho tiempo permanecer en un estado ácido. La acidificación se presenta en el cuerpo en 7 fases:
1.      Pérdida de energía
2.      Sensibilidad e irritación
3.      Mocos y congestión
4.      Inflamación
5.      Endurecimiento de tejidos blandos (Induración, incluyendo lupus, Lyme,     fibromialgia, endurecimiento de las arterias, placa)
6.      Ulceración
7.      Degeneración (cáncer, enfermedades coronarias, infarto, sida, esclerosis múltiple, diabetes)

En los estadios iniciales de la acidez los síntomas pueden no ser muy intensos y pueden incluir cosas como erupciones cutáneas, migrañas, alergias, resfriados y gripe, y sinusitis.  A medida que la acidez va avanzado la cosa se va complicando resultando en disfunciones de las glándulas tiroideas, adrenales, hígado y etc.,  Y si el Ph de los tejidos se acidifica aún más, los niveles de oxigeno decrecen y el metabolismo celular se detiene. Es decir, las células se mueren. Te mueres.

Para prevenir esto, cuando hay mucha acidez en el cuerpo, la sangre comienza a retirar minerales alcalinos de los tejidos para compensar. Hay unos minerales que neutralizan, o desintoxican los ácidos potentes del cuerpo, pero los más importantes son:
§                  SODIO,
§                  POTASIO,
§                  MAGNESIO Y
§                  CALCIO.

Un cuerpo sano siempre tiene una reserva de estos minerales alcalinizantes para un caso de emergencia. Pero si hay pocas reservas o no lo obtiene de los alimentos, lo va a buscar a cualquier otro sitio; la sangre (sodio y potasio), los huesos y cartílagos (calcio), o los músculos (magnesio) dónde son necesarios. Y esto obviamente puede conducir a deficiencias y a la variedad de síntomas que de ello deriva.

Cuando la acidez es tal que el cuerpo no puede eliminarla vía orina, heces, respiración o sudor, lo que hace es almacenarla en los tejidos. Entonces el sistema linfático (inmune) hace lo que puede para neutralizarlo y eliminar todo lo que puede. Y esto significa, volver a lanzarlo de nuevo a la sangre, generando un círculo vicioso, robando aún más minerales básicos del propio cuerpo y estresando al hígado y a los riñones. Aún más, si el sistema linfático se ve saturado, o sus conductos no funcionan correctamente (muchas veces por falta de ejercicio), los ácidos se acumulan en el tejido conectivo.

Los desequilibrios del pH de la sangre y de los tejidos producen irritación e inflamación y preparan el terreno para las enfermedades. El sistema circulatorio intentará eliminar los ácidos en forma de gas o de líquido, a través de los pulmones o los riñones. Si hay demasiados desechos, los depositará en varios órganos: corazón, páncreas, hígado y colon, o en el tejido graso, incluyendo pechos, caderas, muslos y abdomen y cerebro. Conocemos estos depósitos como: pólipos, fluidos, quistes, cristales ácidos, tumores, verrugas, protuberancias, masas, manchas, lunares, ampollas, etc.

A este proceso también se le puede llamar: envejecer. Finalmente, si continúa, (en el séptimo nivel de acidez) este proceso conduce a las enfermedades degenerativas, incluyendo cáncer. Y todo esto provocado por ácidos derivados de la dieta, metabólicos y del entorno. Ácidos de dieta, se refiere a lo que comes y bebes; ácidos metabólicos se producen a medida que el cuerpo procesa lo que se come y se bebe (para convertirlo en energía); ácidos ambientales vienen del entorno, productos sintéticos o el humo de una fábrica o los coches, también se incluyen el entramado eléctrico y las ondas de todo tipo. Por otro lado, una sangre y tejidos sanos y alcalinos crean un cuerpo sano.

 

¿Qué función tienen los MICROORGANISMOS?


Una de las consecuencias peores de tener un cuerpo demasiado acidificado son los “bichos” que crecen con fuerza dentro de él: bacterias, levaduras u hongos de todo tipo. (Se pueden ver claramente en la sangre). Los desechos ácidos preparan el terreno para la proliferación de todo tipo de microorganismos devastadores dentro del cuerpo, empezando por las famosas cándidas. Cándidas es el nombre común en latín para denominar LEVADURA, que en verdad es un tipo de hongo. Las levaduras y los hongos son formas unicelulares que crecen en materia humana, animal o vegetal. Están por todas partes. Las cándidas normalmente se encuentran en el tracto gastrointestinal a causa de la ruptura de los alimentos. Pero pueden crecer de manera desmesurada provocando montones de síntomas desagradables, crónicos o fatales. Todos conocemos sus efectos: infecciones vaginales, infecciones de vejiga, llagas en la boca, en la garganta etc.

Las excreciones de estos microorganismos son venenosas, son las micotoxinas y exotoxinas (mico quiere decir “hongo”, exo quiere decir “bacteria”, y toxina es “veneno”). Los microorganismos producen estos desechos ácidos cuando ingieren y digieren (fermentan) energía en forma de electrones a partir de los carbohidratos, proteínas y grasas (lo mismas sustancias que nuestros cuerpos buscan para generar energía).
Las cándidas y otros microorganismos se aprovechan de las zonas más débiles del cuerpo, envenenándolas y agotándolas. En un medio ácido tienen campo abierto. Viven de nuestra energía o electrones, usan nuestra grasa y proteínas, incluso nuestra materia genética, ácidos nucleicos, para poder desarrollarse y crecer.

 

¡LOS MICROORGANISMOS LITERALMENTE NOS COMEN VIVOS! 

 

Después lanzan sus desechos tóxicos a la sangre y dentro de las células contaminando aún más el sistema.

Para que tengáis una ligera idea de cuan devastadores pueden llegar a ser: han sobrevivido durante millones de años sin apenas haber evolucionado genéticamente, se supone que por no necesitarlo. Son auténticos supervivientes. Existen más de 5000 tipos diferentes. Pueden permanecer en estado latente y activarse y crecer increíblemente en muy poco tiempo. Las bacterias y los hongos en sí mismos no son perjudiciales y no producen síntomas, sino sus desechos tóxicos. Tampoco son las que provocan las EFERMEDADES O LOS MALESTARES, sino que aparecen porque el terreno interno está comprometido (ácido), provocando que las células se transformen e involucionen, convirtiéndose en bacterias, levaduras y hongos. Ej.: Los mosquitos buscan aguas estancadas, pero no son las que provocan que el agua se estanque”.

Estos organismos (transformación biológica de las células del propio cuerpo) y sus desechos, contribuyen directa e indirectamente a una larga lista de síntomas. La mayoría de malestares y enfermedades, especialmente las crónicas y degenerativas surgen del estado de acidificación crónico, dando lugar a la transformación de microorganismos y su crecimiento desmesurado. 

Va desde los extremos: Pie de atleta a SIDA, diabetes, cáncer, arteriosclerosis, osteoporosis, fatiga crónica y más -incluyendo infecciones de transmisión. Incluyendo dolor, infección, fatiga y disfunciones corporales en glándulas, indigestión, diarreas, antojo alimentario, depresión, hiperactividad, comportamiento antisocial, asma, hemorroides, resfriados y gripes, problemas respiratorios, endometriosis, piel seca y escozor, gingivitis, hongos en dedos del pie, mareo, dolor en las articulaciones, mal aliento, úlceras, colitis, ardor estomacal, boca seca, problemas menstruales, irritabilidad, ojos hinchados, falta de libido, lupus, cambios de humor, desequilibrios hormonales, infecciones vaginales, quistes y tumores, artritis reumatoide, parestesias, fiebre del heno,  acné, gases, hipoglucemia, hernia de hiatos, migrañas, atontamiento, insomnio, tendencias suicidas, frío constante, sobre peso, exceso de delgadez, hipersensibilidad química, poca memoria, dolores musculares, alergias de todo tipo, irritación ocular, esclerosis múltiple, mala absorción de alimentos, infecciones de vejiga, por nombrar algunas.

¡Los MICROORGANISMOS son transformaciones biológicas de nuestro cuerpo y viven y prosperan en un medio ácido con poco oxigeno! Les encanta nadar en sus propios desechos que aún añaden más ácido al organismo. Existen más de mil toxinas producidas por bacterias, levaduras y hongos. En un medio interno ácido las células del cuerpo degeneran, o involucionan convirtiéndose en bacterias, levaduras, y hongos de todo tipo.

Por eso es importante que el cuerpo esté alcalino-básico, porque así las células no se transforman en bacterias, levaduras y hongos. Cuando hay un equilibro ácido-base, las células se transforman, dando a luz a microorganismos, sin que haya un desarrollo y crecimiento excesivo de sus formas negativas peligrosas, se genera el medio óptimo para el crecimiento exclusivamente de células corporales vibrantes y una disminución o eliminación de todos los niveles de microorganismos.

El pH de la sangre y orina es el factor más importante a la hora de determinar el estado de los microorganismos en la sangre.
El crecimiento excesivo de microorganismos ocurre en dos fases:
§         en la fase inicial de desarrollo, los microorganismos crecen en pequeñas colonias, y aunque son visibles en la sangre, normalmente no se detectan físicamente y no producen síntomas.
§         en la segunda fase, es la fase de síntomas agudos o crónicos, las complicaciones y malestar son obvios. Esta segunda fase puede tardar años o puede ocurrir rápidamente.
Cuando el cuerpo vuelve al equilibrio, al estado base, las bacterias, levaduras, hongos dejan de desarrollarse y vuelven a se benignas. Sus desechos tóxicos pueden ser expulsados del cuerpo.

 

El ejemplo del pez  enfermo: se cambia el agua.


“Imaginemos que el cuerpo es como una pecera, y que las células y órganos internos son como los peces, que nadan en el fluido (incluida sangre) que transporta su comida y elimina los desechos. Luego imaginemos que acercamos el coche y conectamos el tubo de escape al filtro del aire de la pecera, después le tiramos demasiada comida o comida inadecuada. El agua se llena de monóxido de carbono y se vuelve ácida, y los peces son incapaces de comerse toda la comida o de digerirla, y los restos comienzan a pudrirse. Los desechos ácidos tóxicos van aumentando haciendo que el agua sea aún más ácida.
Lógicamente los peces empezarán a enfermar o a morir. ¿Qué se haría para arreglarlo? ¿Trataríamos a los peces? No, obviamente cambiaríamos el agua. Pues lo mismo ocurre con nuestros cuerpos. Hay que limpiar el agua y mantenerla limpia.”

¡EL DESEQUILIBRIO ACIDO ES PERFECTAMENTE NATURAL, PERO CUANDO ESTAMOS MUERTOS!

El caos y desequilibrio ácido y transformación de microorganismos y luego su crecimiento desmesurado es totalmente natural y es un proceso ordenado cuando la vida está terminando. El cuerpo automáticamente se vuelve ácido cuando muere. En el momento que dejas de respirar los niveles de oxigeno descienden velozmente, generando un entorno anaeróbico (sin oxigeno) en el que pueden proliferar los microorganismos (además de que aman el ácido). Entonces se ponen a trabajar. Su gran trabajo. Una de las razones principales por las cuales forman parte de nuestro cuerpo es que se encargan de las “pompas fúnebres” cuando morimos. Los microorganismos y sus toxinas se encargan de reducirnos hasta convertirnos de nuevo en micro encimas. Los biólogos lo llaman el ciclo de carbono. Es lo que significa; “de la ceniza a la ceniza, del polvo al polvo.” El ácido es lo que hace que nuestro cadáver se pudra, se descomponga. ¡Lo escabroso es que hace lo mismo con nuestro cuerpo cuando estamos vivos!

Así que con nuestros ácidos provenientes de la dieta y del metabolismo, que generan la transformación patológica de microorganismos, y su crecimiento desmesurado en cuerpos acidificados vivientes, el proceso se inicia prematuramente. Las bacterias, levaduras y hongos comienzan su festín antes de hora, mientras estamos vivo. Básicamente nos estamos pudriendo por dentro, fermentando, llenándonos de hongos.

IMPORTANTE: en principio no hay nada malo con los microorganismos. En todo caso, son buenos. Las células de todo el cuerpo se mueren constantemente, y nacen nuevas, para que el cuerpo pueda renovarse de nuevo, y mantenerse sano y vigoroso. Los microorganismos son una fase de todas las células transformadas y están ahí para manejar y reciclar, para que no se acumule la basura.

 

¿Cómo fomentar un estado alcalino?


Como se ha comentado antes hay una asociación entre acidez y un crecimiento desmesurado de microorganismos en el cuerpo. Ya se ha comentado con anterioridad que el exceso de acidez se genera no solo por las propias funciones metabólicas del cuerpo, sino por el tipo de alimentos que ingerimos, lo que bebemos, los tóxicos que tomamos (medicinas, azúcar, etc.), el estilo de vida (vida sedentaria o exceso de ejercicio), las emociones, pensamientos negativos, el estrés, la contaminación, etc. Es un ciclo de desequilibrio.

Las células del cuerpo están siempre trabajando para adaptarse al pH que va descendiendo en un medio ácido. Se descomponen y evolucionan (involucionan) transformándose en bacterias, hongos y levaduras que a su vez, excretan sus toxinas (ácidos debilitantes), intoxicando aún más el ya contaminado medio interno. Es un desequilibrio para el sistema, y así es como se perpetúa el ciclo.
La buena noticia es que comiendo alimentos adecuados y tomando suplementos con sabiduría que alcalinicen el cuerpo, tomando la sal adecuada (sal o agua de mar) y un estilo de vida y ejercicio adecuado, los microorganismos dejarán de desarrollarse en exceso y las células comenzarán a evolucionar positivamente, y el cuerpo podrá eliminar las toxinas como es debido. El pH se equilibra tomando los alimentos adecuados que tienen un efecto alcalinizarte en el organismo.

 

¿Qué alimentos alcalinizan el cuerpo?


Básicamente las verduras de hojas verdes, como las espinacas, acelgas, berros, rúcula, brócoli, lechuga, canónigos, etc., también las papas, camotes o boniatos, tomates, pepinos etc., las legumbres como los garbanzos y lentejas, las semillas y las nueces, almendras y avellanas. Limón, lima y pomelo. La sal buena de mar, no refinada. Los cereales como la quínua, la quiwicha, el mijo, trigo sarraceno, espelta y el arroz integral. El Tolú también. Lo ideal es que un 80% de nuestro alimento sea alcalinizarte y que un 20% sea acidificante para mantener el equilibrio.

Los alimentos que básicamente nos acidifican son: proteínas de origen animal: carnes de todo tipo, huevos, lácteos. El azúcar en todas sus formas, hidratos de carbono refinados: arroz blanco, pan, pasta (trigo).

 

¿Hay algo más que alcalinice el cuerpo?

Excepcionalmente la sal y mejor aún, el agua de mar. Evidentemente no nos referimos a la sal refinada, sino a la Sal del Himalaya o Sal Marina evaporada.

El limón y la lima, a pesar de ser ácidos curiosamente tienen un efecto alcalinizante en el organismo. Los aceites como el de oliva, linaza, aceite de sacha inchi, uva, palta o aguacate también tienen un efecto alcalinizánte. Asimismo, se incluyen los omega 3 (aceite de pescado o krill).
Existen también sales minerales especialmente alcalinizantes: sodio, potasio, magnesio y calcio. Se pueden comprar juntas o por separado. Existen gotas para equilibrar el pH, para alcalinizar el agua.

 

¿Cómo saber en qué estado estamos?


Hay una manera muy sencilla para poder comprobarlo. Evidentemente si nos encontramos mal, tenemos alguna dolencia o estamos sufriendo alguna enfermedad de cualquier tipo será evidente que estamos acidificados, pero muchas veces no tenemos ningún síntoma.
La manera más sencilla es testárselo uno mismo en casa con unas tiras de papel que son especiales para medir el nivel de pH tanto de la saliva como de la orina. Las tiras son fáciles de encontrar y son baratas.

El pH de la saliva puede variar mucho más, sin embargo el de la orina es más estable, y por lo tanto es más fiable testar la orina, ya que nos indicará el nivel de pH de nuestros tejidos. El pH de la orina también puede variar en respuesta directa a lo que comemos y bebemos. Lo ideal es testar la primera orina de la mañana ya que ésta nos indicará cual es nuestro estilo de vida por lo menos de las últimas 24h. Luego, la segunda orina lo que nos indicará el estado en que estamos en ese momento. La variación será evidente. También es conveniente  testar el pH de la saliva nada más levantarnos, antes de ingerir nada.

Si vemos que sale ácido lo podemos corregir inmediatamente tomando un poquito de algunos alimentos extra alcalinizantes; almendras, brócoli, pepino, espárragos o palta. El pH debería estar idealmente en 7.2 o por encima, si está por debajo de 7, sabremos que estamos ácidos. También se puede ir comprobando nuestro estado después de cada comida para ver como estamos.
Los resultados no son definitivos.
El pH también puede comprobarse con un análisis de sangre. El ideal será: 7.365.

¿Por qué la alimentación ecológica favorece un estado alcalino?


Favorece la alcalinidad porque no tiene pesticidas ni otros elementos químicos, y los pesticidas son tóxicos para nuestro cuerpo y por ende acidifican. Además de que la alimentación ecológica tiene muchos más nutrientes ya que la tierra dónde crecen está menos empobrecida y menos explotada que las tierras dónde se cultivan masivamente.

 

¿Por qué el equilibrio emocional favorece un estado alcalino?


Quienes deseen recuperar su salud o simplemente mejorarla y luego mantenerla deberán motivarse apropiadamente en todos los sentidos, en la manera de comer, beber y en especial la manera de PENSAR. El estar alcalino es un estilo de vida. La parte del pensamiento incluye los procesos de pensamiento, sistemas de creencias, salud psicológica, bienestar emocional, nivel de conciencia personal, las actitudes, sentimientos y comportamiento.
Las emociones pueden provocar aún más acidez que lo que comemos o bebemos. Las emociones negativas provienen de muchos sitios y tienen muchas formas. Las emociones negativas incluyen pensamientos, sentimientos, experiencias, memorias conscientes e inconscientes, sueños. Problemas de la vida. Todos ellos causan “estrés” y el estrés genera mucho ácido en el cuerpo. Por eso es importante trabajarse todos estos aspectos. Lo que ingerimos, bebemos y nuestras emociones, son importantes para recuperar nuestro equilibrio interior. Evidentemente, si no cuidamos el aspecto mental, emocional y espiritual, solucionando nuestros conflictos como la falta de autoestima, el orgullo, ira, miedos, etc, difícilmente alcanzaremos ese estado alcalino y también nos costará mantenerlo. Además los pensamientos negativos consumen muchísima más energía que los positivos, agotando por ende, el cuerpo. Así es como entenderíamos que las emociones negativas pueden llegar a enfermarnos, ya que provocan por sí mismas, ese estado acidificado tan negativo.

 

¿Por qué la práctica del deporte favorece un estado alcalino?


El ejercicio nos hace respirar y obtener oxigeno, y hace que sudemos. Moviliza el sistema linfático. Y al hacerlo nos ayuda a estar alcalinos y a mantenernos así. El ejercicio nos permite eliminar las toxinas del cuerpo, eliminar la acidez del tejido graso. También es importante para fortalecernos y ganar flexibilidad,  para fortalecer el sistema cardiovascular, los huesos y las articulaciones. Mejora el metabolismo, la presión sanguínea, equilibra el nivel de triglicéridos en sangre y los niveles de insulina.

 

¿Por qué el contacto con la naturaleza favorece un estado alcalino?


En verdad, lo que necesitamos para vivir es sol, agua, sal y clorofila. En la naturaleza hay mucho más oxigeno y el oxigeno es necesario para la vida. En un entorno con oxigeno el ambiente está cargado de iones negativos y como decía Dan Winter, es un entorno mucho más fractalizado. En las ciudades hay menos oxigeno, y hay todo tipo de contaminación, no solo por los coches, sino por las ondas que circulan de todo tipo,  de las torres de telefonía móvil, wifis, entramado eléctrico, calefacciones, etc., Todo ello contribuye a mantener un entorno cargado con iones positivos (cuando llueve es al revés, los iones son negativos). Y este entorno favorece la acidificación. Además en la naturaleza, hay menos ruido y favorece la tranquilidad. En las ciudades hay tanto ruido que es difícil no estresarnos.

Esta información está basada en el Dr. Robert O Young y en el Dr. Sang Whang. Es preciso decir, que el contenido de esta página es únicamente de carácter informativo.



Alcalinidad fisiológica

Es poco conocido el significado de alcalinidad, como concepto opuesto a acidez. Incluso este término se interpreta en forma muy limitada, asociado sobre todo al clásico ardor estomacal o a los reflujos. Sin embargo, no es exagerado afirmar que la adecuada comprensión -y la posterior corrección- de la acidificación orgánica, serviría para resolver la mayor parte de los grandes problemas que afligen a la salud pública.

Estos conceptos han sido científicamente demostrados por grandes investigadores de nuestro siglo y utilizados desde tiempos remotos en la medicina oriental. Para comenzar, conviene explicar lo que significa acidez y alcalinidad. Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de cualquier elemento, sobre todo en medios líquidos.

El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala de pH (potencial de hidrógeno), que va de 0 (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre 0 y 7 tenemos valores de acidez y de 7 a 14, de alcalinidad. Esto no quiere decir que lo ácido sea “malo” y lo alcalino “bueno”, dado que ambos se necesitan y se complementan en las reacciones químicas. Por ello se habla de equilibrio o balance.

ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA

Dado que la química corporal genera infinidad de reacciones y exigencias específicas, intentaremos comprender aquí cómo funciona el mecanismo base del equilibrio ácido-alcalino a nivel celular. Los trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente.
A fin de satisfacer esta exigencia vital, la sangre cumple dos funciones vitales para el correcto funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxígeno) y retirar los residuos tóxicos que genera la transformación (metabolismo) de dichos nutrientes. A nivel celular se produce una especie de combustión interna, que libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo mediante la sangre, a través de las vías naturales de eliminación (hígado, riñones, pulmones, piel).

En este contexto vuelve a tomar importancia la cuestión enzimática, pues las enzimas son esenciales para “detonar” dicha combustión y además de la temperatura, también son sensibles a la variación del pH. Por ejemplo, hemos visto que las amilasas digestivas pueden actuar sobre los almidones en un medio alcalino (saliva) y son inhibidas por un medio ácido (secreciones estomacales).

Para permitir una eficaz combustión celular, y por otra gran cantidad de razones fisiológicas, el plasma sanguíneo debe mantener a ultranza un ligero nivel de alcalinidad. El pH de la sangre puede oscilar en un estrecho margen: entre 7,35 y 7,45.
Al transgredir estos límites, la sangre pierde capacidad de almacenar oxígeno en los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la tarea de eliminación de los residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no nutre y no limpia las células, génesis profunda de cualquier enfermedad. Para dar una idea del estrecho margen de maniobra del pH sanguíneo, digamos que al descender de 7 se produce el coma diabético y la muerte.

COMPENSAR O MORIR

Cuando se incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios mecanismos (tampones) buscan restablecer este vital equilibrio. En todos los casos se requiere la suficiente presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O sea que un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de sustancias alcalinas, con el fin de poder neutralizar los ácidos provenientes del alimento y del metabolismo celular.

En primera instancia, y como mecanismo más simple, la sangre debe obtener suficientes bases de los alimentos. En caso de carencia (tanto por exceso de ácidos circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la sangre echa mano a dos mecanismos de emergencia para preservar su equilibrio. Uno consiste en derivar ácidos, depositándolos en los tejidos a la espera de un mayor aporte alcalino. Esto genera (reuma, problemas circulatorios, afecciones de piel, etc).

El otro mecanismo es recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio, magnesio, potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y cabellos. De este modo, la sangre se convierte en un “saqueador” de la estructura orgánica, con el único objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico que permite sostener el correcto funcionamiento orgánico. Esta lógica funcional es la homeostasis orgánica, que significa “mantener la vida generando el menor daño posible”. Para el organismo, una menor densidad ósea no significa peligro para la vida, pero sí un pH ácido en la sangre. Así funciona el mecanismo de la descalcificación y la desmineralización.

Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas, se hacen frágiles y hay osteoporosis; las piezas dentales se fisuran con facilidad y surgen caries; las uñas muestran manchas blancas y se tornan quebradizas; las articulaciones degeneran y hay artrosis; el cabello se debilita y se cae; se advierten lesiones en las mucosas, piel seca, anemia, debilidad, problemas digestivos, afecciones de vías respiratorias, infecciones, sensación de frío, etc.
Normalmente no se asocian estos síntomas con la acidez. Un ejemplo es la osteoporosis, clásica enfermedad de acidificación. Sin embargo se la combate inadecuadamente con alimentos (lácteos) que, por su aporte ácido, agravan el problema. El sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo correcto es atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para neutralizar su acidez.

De lo visto, podemos concluir que para permitir el normal trabajo de la sangre y las células, debemos ser cuidadosos en el aporte que realizamos a nuestro cuerpo a través de los alimentos que ingerimos. Por un lado tratando de evitar alimentos (y situaciones) acidificantes, y por otro incrementando la provisión de bases a través de una mayor ingesta de alimentos alcalinizantes. Todo esto complementado por un buen aporte de oxígeno, a través del necesario movimiento, y un correcto funcionamiento de los órganos depurativos encargados de eliminar los ácidos.

VISIONES PIONERAS

Según los estudios de Ragnar Berg -médico sueco fallecido en 1956, pionero en la investigación de la alimentación alcalinizante- un 85% de nuestra dieta debe estar compuesta de elementos ricos en bases (de los cuales una parte debe estar en estado crudo) y sólo un 15% debería estar reservado a los alimentos acidificantes. Si bien Berg combatía los procesos de acidificación con preparados de sales alcalinas y citratos, sostenía que la mejor terapia era la de jugos frescos de frutas y verduras.

Este hecho resulta fácilmente comprobable cuando realizamos un día de ayuno bebiendo solamente jugos de frutas. Al día siguiente sentimos una sensación de alivio general en todo el organismo, ya que estamos permitiendo el proceso de purificación de los residuos ácidos, gracias al aporte exclusivo de bases y vitalizantes enzimas.
El Dr. Berg determinó que las verduras silvestres poseen mayor cantidad de sales alcalinas que las de cultivo. Esto ha sido confirmado por estudios franceses y alemanes, que demuestran una disminución de estos valores (y de otros nutrientes importantes), inversamente proporcional al aumento del uso de abonos químicos. Ello se debe a la disminución de minerales alcalinos y a la presencia de residuos ácidos.
También se ha probado experimentalmente que la fruta madurada artificialmente (en cámara) deja de comportarse como alcalinizante en el organismo. Son comprobaciones científicas de la involución cualitativa de la producción industrializada de nuestros alimentos.

William Howard Hay, creador de la dieta que se popularizó en los años 30, sugería una proporción en volumen del 20% en alimentos acidificantes y 80% en alcalinizantes. Arnold Ehret, propulsor de la dieta cruda, sugería eliminar todos los alimentos acidificantes. Paavo Airola, naturópata europeo, sostenía que necesitamos ambos tipos de alimentos, en sintonía con el concepto de balance yin-yang de los orientales.

En nuestro ámbito, el médico rosarino Samuel Sack hizo un aporte interesante al tema del equilibrio ácido-básico, desarrollando una técnica de remojo de alimentos ácidos en soluciones alcalinas (caldo de repollo blanco o agua bicarbonatada). Su sistema se basa en las propiedades alcalinizantes y neutralizantes de ácidos del repollo blanco. Estas virtudes se encuentran mayormente en el repollo crudo y en el agua de su cocción.
El remojo de los alimentos en caldo de repollo no altera su calidad ni su sabor, sino por el contrario, facilita su asimilación y transformación en el organismo, influyendo positivamente en el equilibrio ácido-básico. Al hervir, el repollo libera álcalis que pasan al agua y el proceso de neutralización de los alimentos sumergidos en ella se realiza en forma directa. El Dr. Sack recomendaba agregar siempre una hoja de repollo crudo a las ensaladas (en exceso puede producir gases), desaconsejando en cambio el consumo del repollo hervido.
Si bien este sistema puede resultar útil para personas que realizan una transición a una dieta alcalinizante, conviene circunscribirlo al período de conversión de hábitos. Estamos viendo que muchas reacciones metabólicas requieren condiciones de normalidad fisiológica, que estas intervenciones pueden alterar, impidiendo el correcto funcionamiento de procesos enzimáticos y vitamínicos.
Por ello es siempre más recomendable evitar los alimentos problemáticos (cárnicos, lácteos, refinados), antes que intentar “emparchar”. Hemos visto que las proteínas necesitan un medio ácido para la correcta acción enzimática de las proteasas que las degradan en aminoácidos. Por esto, alcalinizar carnes y lácteos puede convertirse en arma de “doble filo”, dificultando su asimilación o exigiendo esfuerzos extras al organismo, a nivel de secreciones gástricas y enzimáticas. De allí, que resulte preferible eliminar estos alimentos, antes que “corregirlos a ojo”.

ALCALINIZANTES Y ACIDIFICANTES

Veamos que se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes (como todos los elementos de la Naturaleza) tienen distintos grados de acidez o alcalinidad. El agua destilada es neutra y tiene un pH 7. Básicamente todas las frutas y verduras resultan alcalinizantes. Si bien la fruta tiene un pH bajo (o sea que resulta ácida), debemos evitar una generalizada confusión: no es lo mismo la reacción química de un alimento fuera que dentro del organismo.

Cuando el alimento se metaboliza, puede generar una reacción totalmente distinta a su característica original. Es el caso del limón o de la miel. Ambos tienen pH ácido, pero una vez dentro del organismo provocan una reacción alcalina. Distinto es el caso de las células animales. Tanto la desintegración de nuestras propias células como la metabolización de productos de origen animal, dejan siempre un residuo tóxico y ácido que debe ser neutralizado por la sangre.

Así vemos la diferencia básica entre un alimento de reacción ácida (que obliga a robar bases del organismo para ser neutralizado) y un alimento de reacción alcalina (que aporta bases para neutralizar excesos de acidez provocados por otros alimentos o por los propios desechos orgánicos del cuerpo).

También los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y ello nos permite hacer una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro. En cambio son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de calcio, magnesio, sodio y potasio.

En general los cereales generan desechos ácidos al ser metabolizados: ácido sulfúrico, fosfórico y clorhídrico. Esto resulta más marcado en el trigo y el maíz (los indígenas americanos remojaban el maíz en agua de cal). El mayor contenido en minerales alcalinos hace que otros cereales resulten más alcalinizantes: mijo, cebada, quínoa, trigo sarraceno. El arroz integral es considerado como neutro en la dietética oriental.

Por su parte las legumbres y las semillas son ligeramente acidificantes por su contenido proteico, aunque no todos por igual, con excepciones como las almendras y los porotos blancos, aduki y negros. Los lácteos son elementos acidificantes, aunque la leche fresca sin pasteurizar sea ligeramente alcalina. La pasteurización acidifica la leche y por tanto a todos sus derivados. Mientras la dietología clásica y la ciencia de la alimentación no dan importancia o ignoran totalmente esta distinción, en una Nutrición Depurativa es muy importante conocer la reacción de los alimentos. Además es importante manejar otros aspectos que tienen que ver con la preparación misma de las comidas.

Por ejemplo: se ha demostrado que un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de las vitaminas y bases se pierden en el agua de cocción de las verduras. Resulta entonces que el alto contenido básico que poseen las verduras -y que resulta tan útil para el equilibrio sanguíneo- se desvaloriza. Incluso las verduras llegan a presentar naturaleza ácida cuando se tira el agua de cocción. De allí la importancia del sistema oriental de cocer las verduras al vapor en cestas de acero o bambú, o sea sin que estén en contacto directo con el agua. También comprendemos el alto valor terapéutico de los caldos, que conservan todo el contenido alcalino de las verduras y que resultan tan reparadores en enfermos y convalecientes.

Lamentablemente la acidosis (disminución de la reserva alcalina en la sangre) se está convirtiendo en una enfermedad social que provoca grandes problemas y que generalmente no se diagnostica. Sin embargo nadie se preocupa por advertir sobre el problema. Por el contrario, el bombardeo publicitario incita al consumo masivo de productos industriales, que resultan altamente acidificantes.

Dejemos de lado (por lo obvio) carnes y hamburguesas, que muchas personas logran disminuir o evitar. Gaseosas basadas en azúcares refinados y compuestos acidulantes; bebidas alcohólicas, alimentos elaborados con cereales, grasas y azúcares refinados; lácteos industrializados y especialmente quesos; aditivos alimentarios, conservantes… forman un cóctel explosivo que se ingiere los 365 días del año, varias veces por día y en grandes cantidades.

ÁCIDOS BUENOS Y MALOS
Claro que no todos los ácidos son malos. En nuestros alimentos hay ácidos beneficiosos y otros perjudiciales. Entre los beneficiosos podemos citar a los frutales. El caso de los ácidos: cítrico, málico, tartárico, fumárico, etc. Estos ácidos orgánicos débiles, una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales (sodio, calcio, potasio) y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos (elementos que tienen la capacidad de fluidificar y alcalinizar la sangre) o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como anhídrido carbónico, activando la ventilación pulmonar. He aquí la explicación del benéfico efecto del limón, cuyo jugo ácido es utilizado para la hiperacidez de estómago. Otro ácido interesante es el láctico (fermentos), de benéfico efecto sobre el equilibrio de la flora intestinal.

Definitivamente nefastas para el organismo resultan las ácidas bebidas gaseosas, hoy omnipresentes en la cotidianeidad alimentaria. Los azúcares de por sí generan ácidos en su proceso metabólico (ácido acético). A ello se agregan los aditivos acidulantes (ácido fosfórico pH 2,8) y el ácido carbónico, generándose un coctel dañino, que se potencia con los grandes volúmenes de consumo diario.

Párrafo aparte para los ácidos presentes en carnes, embutidos y lácteos (úrico, butírico, nítrico, sulfúrico). Como decíamos al principio, toda desintegración de células animales -de nuestro propio cuerpo o de alimentos animales- deja un residuo tóxico y ácido. Estos residuos, además de consumir bases para poder ser neutralizados en la sangre, deben ser luego eliminados del organismo.
En la juventud, el buen funcionamiento de los órganos de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que los ácidos sean eliminados satisfactoriamente. Pero con el correr de los años, al acentuarse los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, estos órganos pierden eficiencia. Al no poder ser eliminados del organismo, el ácido úrico y otros residuos metabólicos de naturaleza ácida, son retenidos fundamentalmente por el tejido conjuntivo, así como por los huesos y cartílagos del cuerpo, con el objetivo de retirarlos del flujo sanguíneo y poderlos eliminar más adelante.
Esto sirve de origen a dolencias tales como: artritis, artrosis, reumatismo, fibromialgia, enfermedades del corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma, nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis y un estado de enfermedad latente pronto a manifestarse.
Las consecuencias que tiene para la salud una acumulación persistente de residuos o escorias (que el organismo debería eliminar y no puede), son funestas. Según la naturaleza de cada persona, comenzarán a presentarse a corto plazo los primeros síntomas del padecimiento de una u otra enfermedad (signos de alarma), que variarán según cuales sean los tejidos u órganos afectados.
Una alimentación pobre en bases entorpece el normal proceso de combustión en los tejidos celulares, dando lugar a la formación de estos residuos de naturaleza ácida, muchos de los cuales no pueden ser eliminados por la orina. Aportando una alimentación rica en bases y/o disminuyendo el contenido proteico, posibilitamos una eliminación masiva de estos desechos, depurando así el organismo. Todo esto nos permite comprender que aún una dieta que excluya la carne (vegetariana) puede no ser ideal y puede resultar acidificante si se consumen en exceso: huevos, quesos, legumbres, oleaginosas, cereales refinados, café, té, chocolate, gaseosas y azúcar blanca. En una clásica expresión que oímos de mucha gente, se puede advertir este involuntario pero grave error de concepto. “Pero si como sano; no como carne; como acelga hervida, un poco de queso, fideos, tomo té negro con galletitas y mermelada…” ¡¡¡O sea, todos alimentos acidificantes!!!

Para finalizar, debemos considerar otros perjudiciales ácidos no alimentarios, presentes en nuestra jornada cotidiana y que colaboran con la acidificación corporal. Nos referimos al ácido nicotínico del tabaco, el ácido acetilsalicílico de los analgésicos, el ácido clorhídrico que genera el estrés y los ácidos provenientes del smog y la contaminación ambiental. También debemos tener en cuenta los ácidos generados en la incorrecta función intestinal, a raíz de los procesos de putrefacción y fermentación.

ACIDEZ, ENZIMAS Y VITAMINAS

Ya hemos visto la importancia de la actividad enzimática. Además de la temperatura, el pH es otro de los enemigos de la correcta función de las enzimas. Como se explica en el apartado “El proceso digestivo”, las enzimas que actúan sobre hidratos de carbono y lípidos, requieren un ambiente alcalino para funcionar correctamente. Por ello su acción se interrumpe en presencia de las ácidas secreciones estomacales, que en cambio permiten el trabajo de las proteasas sobre las estructuras proteicas.

En este sentido, resulta clave la adecuada secreción biliar para restablecer la alcalinidad del bolo alimentario en el intestino delgado, donde amilasas y lipasas deben completar su tarea digestiva sobre carbohidratos y grasas.
Al igual que las enzimas, las vitaminas son también sensibles a las variaciones de pH, o sea a los distintos grados de acidez o alcalinidad presentes en el medio donde deben actuar. Esto se ilustra en el cuadro del apartado “Pérdida de nutrientes”, donde se aprecia la sensibilidad de vitaminas claves como la A, la B1, la C, la D y la E.

Todo esto nos lleva a una mayor valoración de la importancia que tiene el correcto equilibrio fisiológico del pH en nuestros fluidos corporales, sobre todo sangre, linfa y líquido intracelular. Es allí donde se generan las condiciones para que enzimas y vitaminas puedan cumplir su cometido específico. Muchas veces las carencias se intentan resolver con el aporte de suplementos, que más allá de la dudosa eficacia de la síntesis química, no podrán actuar en un medio incorrecto desde el punto de vista del pH.

DIETA ALCALINA


Ante todo debemos hacer del comer, un acto plenamente consciente. El estrés, las obligaciones y las tensiones, han provocado la transformación de nuestra nutrición en algo mecánico o apenas placentero. Nuestros problemas de salud -que todos arrastramos, como consecuencia de años de errores- nos deben servir como incentivo para comenzar a modificar nuestros hábitos, prestando atención a qué y cómo comemos.

Tampoco es cuestión de caer en el extremo de andar contabilizando y estudiando cada cosa que llevamos a la boca. Pero sí comenzar a concientizarnos para mejorar la calidad de nuestra nutrición y en definitiva la calidad de vida. Atender al equilibrio ácido-básico de nuestro organismo nos permitirá eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos de los cuales ya los consideramos normales, de tanto convivir con ellos. El éxito del cambio de actitud se basa en el gradualismo. Teniendo noción sobre que alimentos son acidificantes y cuales alcalinizantes, es bueno comenzar a modificar la ecuación de nuestra ingesta diaria. Proponerse inicialmente un 2 a 1 (dos partes de alcalinizantes por cada parte de acidificantes) para luego llegar a un óptimo 4 a 1.

No debemos tener miedo a exagerar con los alimentos alcalinizantes. Ya vimos que el problema está dado por el exceso de ácidos. De haber exceso de bases -cosa muy poco probable en organismos recargados de desechos- hay siempre en la sangre grandes cantidades de anhídrido carbónico para neutralizarlas.
También es importante que cada persona adecue la alimentación a su realidad corporal, social y laboral. Las personas nerviosas, delgadas, friolentas, alérgicas, con dolores articulares, neuralgias, con tendencias a caries, cálculos u osteoporosis; obviamente tendrán mayor urgencia y necesidad de alcalinización. Así como no todos somos iguales, tampoco todas las épocas del año exigen los mismos nutrientes.
Lo importante es basarnos en el abundante consumo de frutas (de estación y bien maduras) y verduras (preferentemente crudas, cocinadas al vapor o consumidas con su agua de cocción en forma de sopas). Hacer mucho uso de repollo blanco (crudo), zanahoria, apio, papa, batata, nabos, hojas de ensalada, berenjenas, pepino y tomate. Las algas, por ser verduras marinas, corresponden a este grupo y son muy alcalinizantes debido a su riqueza en minerales básicos (magnesio, calcio, sodio, potasio). Entre las frutas, usar: limón, caqui, cereza, manzana, melón, sandía, naranja, mandarina, toronja, damasco, piña, plátanos, durazno, pera, arándano y uva.

Demás está decir la importante que es consumir frutas y verduras de cultivo natural, o bien silvestres, como el sanki, capulí o aguaymanto, camu camu, etc., dada la mayor acidez que generan los cultivos industriales. Esto puede parecer difícil en las grandes ciudades, pero es bueno insistir en la búsqueda de productores orgánicos que están apareciendo en los cinturones verdes de las urbes; en el caso del Perú, en las regiones de la sierra y selva.

Usar los cereales menos acidificantes (arroz, trigo sarraceno) o alcalinizantes (quínua, maíz o cebada). Entre las frutas secas preferir almendras, sésamo, dátiles, pasas de uva, pecanas y castañas. Dentro del grupo de legumbres, los frijoles blancos, negros, fríjol zarandaja, fríjol de palo, resultan ser los más alcalinizantes.

Como endulzante preferir la miel de abejas o el azúcar mascabo integral. Usar fermentos alcalinizantes, como el miso, la salsa de soja, el chucrut, los pickles en salmuera, el agua enzimática (rejuvelac), las umeboshi, la chicha de jora, el tokosh y los germinados en general, incluidas las semillas activadas.

A nivel hierbas, se destacan como alcalinizantes: el diente de león (por suerte es una “plaga” a lo largo y ancho del país), la bardana, la ortiga, la congorosa, el inca yuyo y el té verde. También hay hierbas de marcado efecto depurativo como el mil hombres, el palo azul, la espina colorada, la ulmaria o la zarzaparrilla. Pero mejor sería el perejil. Así mismo, como un excelente alcalinizante resulta el pasto de trigo que hemos hablado en otro capítulo.

Todo esto no quiere decir que debamos dejar totalmente de lado los alimentos “acusados” como acidificantes; simplemente debemos ingerirlos balanceados por los alcalinizantes. Por cierto que el exceso de alimento es causa de acidificación corpórea; una razón más para buscar la frugalidad en base a alimentos “íntegros”, que con escaso volumen satisfacen las necesidades básicas. Algo difícil de lograr cuando nos alimentamos con calorías “vacías” de contenido nutricional, o cuando el alimento se convierte en una descarga emocional o, peor aún, en una adicción.
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