LA CAUSA PRIMARIA DEL CÁNCER
Aún
vivimos en una sociedad de oscurantismo moderno, porque los conocimientos que
son de más utilidad al ser humano se nos ocultan muy sutilmente. Justamente los
descubrimientos realizados por los científicos y hombres preclaros deben de
estar al servicio de la sociedad. Pero no es así. Principalmente cuando se
trata de la salud humana, es inevitable mencionar que en el mundo las naciones
o los estados gastan ingentes cantidades de dinero en programas de salud
pública, siendo los resultados más que decepcionantes. La sociedad pierde, pero
la industria farmacológica es la beneficiada. ¿Y los gobernantes de turnos?
Beneficiándose en esos negocios.
Por ello,
en esta oportunidad hacemos esta publicación en nuestro BLOG, todo lo referente al"El Milagro del PH de los Alimentos contra el Cáncer", que seguramente a
muchos les causará dudas, otros más sensatos lo darán por cierto, y los que
somos los indignados de los sistemas que nos dominan trataremos de cambiar
nuestros estilos de vida por nuestro bien.
En ese
estado de cosas ¿sabían que en el año 1931 un científico recibió el premio
Nobel por descubrir la causa primaria del cáncer? Ese señor fue Otto Heinrich
Warburg (1883-1970). Premio Nobel 1931 por su tesis “LA CAUSA
PRIMARIA Y LA PREVENCIÓN DEL CÁNCER”
Según este
científico, el cáncer es la consecuencia de
una alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico. Porque una alimentación
antifisiológica (dieta basada en alimentos acidificantes y sedentarismo), crea
en nuestro organismo un entorno de ACIDEZ. La acidez, a su vez EXPULSA el OXÍGENO
de las células.
Siguió diciendo:
“La falta de oxígeno y la acidosis son las dos caras de una misma
moneda: cuando usted tiene uno, usted tiene el otro. Las substancias ácidas
rechazan el oxígeno; en cambio, las substancias alcalinas atraen el oxígeno”
O sea que
un entorno ácido, sí o sí es un entorno sin oxígeno… Y afirmaba que: “Privar a una célula de 35% de su oxígeno
durante 48 horas puede convertirlas en cancerosas.”
Según
Warburg: “Todas las células normales tienen un
requisito absoluto para el oxígeno, pero las células cancerosas pueden vivir
sin oxígeno, una regla sin excepción”. Y también: “Los tejidos cancerosos son
tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos.” En su obra “EL METABOLISMO DE LOS
TUMORES” Warburg demostró que todas las formas de cáncer se caracterizan por
dos condiciones básicas:
•
La acidosis
•
La hipoxia (falta de oxígeno)
También
descubrió que las células cancerosas son
anaerobias (no
respiran oxígeno) y NO PUEDEN sobrevivir en presencia de altos niveles de oxígeno.
En cambio, sobreviven gracias a la
GLUCOSA siempre y cuando el entorno esté libre de oxígeno.
Por lo
tanto, el cáncer no sería nada más que un mecanismo de defensa que tienen
ciertas células del organismo para continuar con vida en un entorno ácido y
carente de oxígeno.
Resumiendo:
• Células sanas viven en un entorno alcalino y
oxigenado, lo cual
permite su normal funcionamiento.
• Células
cancerosas viven en un ambiente extremadamente ácido y carente de oxígeno.
ANTES DE
SEGUIR:
Una vez
finalizado el proceso de la digestión, los alimentos de acuerdo con la calidad
de proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales y vitaminas que otorgan,
generarán una condición de acidez o alcalinidad al organismo.
El resultado acidificante o alcalinizante se mide a
través de una escala llamada pH, cuyos valores se encuentran en un rango de 0 a 14, siendo el pH 7, un pH
neutro.
Es importante saber cómo afectan la salud los
alimentos ácidos y alcalinos, ya que para que las células funcionen en forma
correcta y adecuada su pH debe ser ligeramente alcalino. En una persona sana el
pH de la sangre se encuentra entre 7,40 y 7,45. Tener en cuenta que si el pH
sanguíneo cayera por debajo de 7, entraríamos en un estado de coma próximo a la
muerte.
Entonces, ¿qué tenemos que ver nosotros con todo
esto?
Analizando la alimentación promedio:
ALIMENTOS
QUE ACIDIFICAN EL ORGANISMO (es
decir los peores alimentos):
• Azúcar
refinada y todos sus productos (el peor de todos: no tiene ni proteínas ni
grasas ni minerales ni vitaminas, solo hidratos de carbono refinados que
estresan al páncreas. Su pH es de 2,1, o sea altamente acidificante)
• Carnes
(todas)
• Leche de
vaca y todos sus derivados
• Sal
refinada
• Harina
refinada y todos sus derivados (pastas, galletitas, etc.)
• Productos
de panadería (la mayoría contienen grasas saturadas, margarina, sal, azúcar y
conservantes)
•
Margarinas
• Gaseosas
• Cafeína
• Alcohol
• Tabaco
•
Medicinas
•
Cualquier alimento cocinado (la cocción elimina el oxigeno y lo trasforma en
ácido) inclusive las verduras cocinadas.
• Todo lo
que contenga conservantes, colorantes, aromatizantes, estabilizantes, etc.
En fin, todos los alimentos envasados.
Constantemente la sangre se encuentra
autorregulándose para no caer en acidez metabólica; de esta forma garantiza el
buen funcionamiento celular, optimizando el metabolismo. El organismo debería
obtener de los alimentos las bases (Minerales) para neutralizar la acidez de la
sangre de la metabolización, pero todos los alimentos ya citados, aportan muy
poco, y en contrapartida desmineralizan el organismo (sobre todo los refinados)
Hay que tener en cuenta que en el estilo de vida
moderno, estos alimentos se consumen 5 veces por día los 365 días del año!
Curiosamente
todos estos alimentos nombrados, son ANTIFISIOLOGICOS!!… Nuestro organismo no
está diseñado para digerir toda esa porquería!
ALIMENTOS
ALCALINIZANTES (es decir, los que nos hacen bien):
• Todas
las verduras crudas (algunas
son ácidas pero dentro del organismo tienen reacción alcalinizante, otras son
levemente acidificantes pero consigo traen las bases necesarias para su
correcto equilibrio) y crudas aportan oxígeno; cocidas, no, están casi muertas.
• Frutas, igual que las verduras, pero por
ejemplo el limón tiene un pH aproximado de 2.2, pero dentro
del organismo tiene un efecto altamente alcalinizante (quizás el más poderoso
de todos). Las frutas aportan
saludables cantidades de oxígeno.
• Semillas: aparte de todos sus beneficios, son
altamente alcalinizantes como por ejemplo las almendras. Algunas semillas
germinadas son mejores.
• Cereales
integrales: El único cereal integral alcalinizante es el Mijo,
también la quinua y la quihuicha, todos los demás son ligeramente acidificantes
pero muy saludables. Todos deben consumirse cocidos.
• La
miel es altamente alcalinizante
• La clorofila de las plantas (de cualquier planta) es
altamente alcalinizante (sobre todo el aloe vera)
• El agua es importantísima para el aporte de
oxigeno. “La deshidratación crónica es el estresante principal del cuerpo y la
raíz de la mayor parte de las enfermedades degenerativas” afirma el Dr. Feydoon
Batmanghelidj. A esto agregamos la importancia del AGUA ISOTÓNICA, con agua de
mar.
• El ejercicio oxigena
todo tu organismo, el sedentarismo lo desgasta.
.
El Doctor
George W. Crile, de Cleveland, uno de los cirujanos más
importantes del mundo declara abiertamente: “Todas las muertes mal llamadas
naturales no son más que el punto terminal de una saturación de ácidos en el
organismo. Contrario a lo anterior es totalmente imposible que un cáncer
prolifere en una persona que libere su cuerpo de la acidez, nutriéndose con
alimentos que produzcan reacciones metabólicas alcalinas y aumentando el
consumo del agua pura; y que, a su vez, evite los alimentos que originan dicha
acidez, y se cuide de los elementos tóxicos. En general el cáncer no se
contagia ni se hereda, lo que se hereda son las costumbres alimenticias,
ambientales y de vida que lo producen.”
Mencken escribió:
“La lucha de la vida es en contra de la retención de
ácido. El envejecimiento, la falta de energía, el mal genio y los dolores de
cabeza, enfermedades del corazón, alergias, eczemas, urticaria, asma, cálculos
y arteriosclerosis no son más que la acumulación de ácidos.”
El Dr.
Theodore A. Baroody dice
en su libro “Alkalize or Die” (alcalinizar o morir):
“En realidad
no importa el sinnúmero de nombres de enfermedades. Lo que sí importa es que
todas provienen de la misma causa básica: muchos desechos ácidos en el cuerpo”.
El Dr.
Robert O. Young dice:
“El exceso
de acidificación en el organismo es la causa de todas las enfermedades
degenerativas. Cuando se rompe el equilibrio y el organismo comienza a producir
y almacenar más acidez y desechos tóxicos de los que puede eliminar, entonces
se manifiestan diversas dolencias.”
¿Y la quimioterapia?
No vamos a entrar en detalles, solamente nos vamos a
limitar a señalar lo obvio:
La quimioterapia acidifica el organismo a tal
extremo, que éste debe recurrir a las reservas alcalinas de forma inmediata
para neutralizar tanta acidez, sacrificando bases minerales (Calcio, Magnesio,
Potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y cabellos.
Es por ese motivo que se observa semejante
degradación en las personas que reciben este tratamiento, y entre tantas otras
cosas, se les cae a gran velocidad el cabello. Para el organismo no significa
nada quedarse sin cabello, pero un PH ácido significaría la muerte.
¿En necesario decir que esto no se da a conocer
porque la industria del cáncer y la quimioterapia son uno de los negocios más
multimillonarios que existen hoy en día? ¿En necesario decir que la industria
farmacéutica y la industria alimenticia son una sola entidad?
¿Te
das cuenta de lo que significa esto?
¡Cuántos de nosotros hemos escuchado la noticia de
alguien que tiene cáncer y siempre alguien dice: “y sí… Le puede tocar a
cualquiera…”¿A cualquiera?
“La ignorancia, justifica… el saber, condena”
La alcalinidad como base de la salud:
¿En qué consiste el pH base?
El término
pH lo definió originalmente un bioquímico danés en 1.909 llamado Soren
Peter Lauritz Sörensen. El pH significa literalmente el “potencial de hidrógeno”, es
decir, el Ph sirve para indicar la concentración de iones de hidrógeno en un
fluido. Los
iones de hidrógeno simplemente son protones (partículas o moléculas cargadas
positivamente). Y ya que los ácidos disueltos en un fluido son los que producen
iones de hidrógeno, sabemos que cuantos más iones de hidrógeno
haya en una solución, la que sea, más ácida será esa solución. Por lo tanto, si
miramos la concentración de iones de hidrógeno en un fluido (fluidos
corporales saliva, orina, sangre, líquido extra e intra celular), el pH nos
indicará sí un fluido o componente es ácido, alcalino o neutro. Esta es la razón por la cual medir el
pH de nuestros fluidos corporales y tejidos nos permite determinar si nuestro
cuerpo está en un estado de equilibrio ácido-alcalino.
Debe matizarse que una sustancia ácida desprende o libera iones de hidrógeno y
una sustancia alcalina absorbe iones de hidrógeno.
El pH se mide con una escala que va desde el 0
hasta el 14. La medida 7 es el neutro; es decir, que no es ni ácido ni alcalino. Cualquier
medida bajo 7 se considera ácido y por encima alcalina. También es importante
recalcar que la variación de un valor representa 10 veces más, o 10 veces
menos, es decir, un pH 7, es diez veces más alcalino que un Ph6, por ejemplo.
Así que, cualquier ligero cambio, representa un cambio enorme.
¿Por qué es tan importante para nuestra salud?
Cuando
hablamos de salud, el equilibrio del pH lo es todo. El equilibrio entre estos dos componentes, acido-alcalino,
es esencial,
no solo para nuestra salud a todos los niveles, sino para
retrasar el envejecimiento y envejecer de otra manera. El
equilibrio del pH de nuestros fluidos corporales: saliva, orina, sangre,
líquido inter y extra celular.
El premio Nobel Albert
Sent.-Gyögyi, 1937 (por
descubrir la vitamina C en 1927) dijo que el cuerpo “es alcalino por diseño, pero sus funciones son acidificantes”.
Se refería a que todos los procesos metabólicos del cuerpo producen enormes
cantidades de ácido, minuto a minuto, a pesar de que para poder funcionar
apropiadamente, las células y los tejidos, necesitan un entorno alcalino, y el
cuerpo hará todo lo que esté es su mano para mantener su diseño alcalino y
mantener el equilibrio del pH.
Todas las
funciones corporales producen efectos ácidos; por lo tanto es muy fácil y normal
que la sangre y los tejidos se acidifiquen. Así que se puede decir: el
cuerpo humano es alcalino por diseño, pero sus
funciones son acidificantes. Y en la práctica quiere decir que el
cuerpo necesita un combustible alcalino, y que los
ácidos se generan como un sub-producto de todas las actividades humanas. Es importante decir, por lo tanto, que hay dos
elementos químicos –ácidos y bases-, y que
son opuestos, y
que cuando se encuentran con determinadas proporciones, se neutralizan.
¿Qué es lo que provoca o produce la acidificación?
Como se ha
dicho antes, la acidificación se produce no solo por
las propias funciones del cuerpo, sino
por un desequilibrio en las dietas, que son enormemente acidificantes,
produciendo una sobre acidificación de las células, tejidos, órganos y finalmente la sangre. Este desequilibrio
crea el marco
para el caos, abriendo la puerta a las enfermedades y patologías de todo tipo. Los pensamientos
y el estrés o un
estado emocional negativo también acidifican, el estilo de vida y la vida
sedentaria. Los medicamentos, las ondas y cualquier elemento químico que se
halle en el aire, agua o alimentos también.
¿Qué consecuencias tiene la acidificación?
La
sangre idealmente
debería mantenerse siempre con un pH
7.365. Hay otras partes del cuerpo que tienen un Ph diferente. Mantener
el pH alcalino de los fluidos corporales, incluyendo la
sangre, orina, saliva (lagrimas y sudor) es fundamental para tener una buena salud. Pero lo
más importante es la sangre.
Las
enfermedades físicas, crónicas y
agudas, y el malestar son
casi siempre consecuencia del exceso de ácido que estresa el equilibrio del pH del
cuerpo, llegando a producir los síntomas que ya conocemos como enfermedades. La enfermedad también puede ser el
resultado de haber estado expuesto a fuentes toxicas, contaminación de todo
tipo (pero es más inusual). Dependiendo del nivel de acidez, muchas veces los
síntomas son apenas perceptibles. La buena noticia es que podemos
revertir ese estado ácido, siendo responsables y eligiendo
otros estilos de vida y otros alimentos.
Nuestro cuerpo no puede soportar por mucho tiempo
permanecer en un estado ácido. La acidificación se presenta en el cuerpo en 7
fases:
1. Pérdida de energía
2. Sensibilidad e irritación
3. Mocos y congestión
4. Inflamación
5. Endurecimiento de tejidos blandos (Induración,
incluyendo lupus, Lyme, fibromialgia,
endurecimiento de las arterias, placa)
6. Ulceración
7. Degeneración (cáncer, enfermedades coronarias, infarto, sida, esclerosis múltiple,
diabetes)
En los
estadios iniciales de la acidez los síntomas pueden no ser muy intensos y
pueden incluir cosas como erupciones cutáneas, migrañas, alergias, resfriados y gripe, y
sinusitis. A medida que la acidez va avanzado la cosa se
va complicando resultando en disfunciones de las glándulas tiroideas,
adrenales, hígado y etc., Y si el Ph de los tejidos se acidifica aún más,
los niveles de oxigeno decrecen y el metabolismo celular se detiene. Es decir,
las células se mueren. Te mueres.
Para
prevenir esto, cuando hay mucha acidez en el cuerpo, la
sangre comienza a retirar minerales
alcalinos de
los tejidos para compensar. Hay unos minerales que neutralizan,
o desintoxican los ácidos potentes del cuerpo, pero los más importantes son:
§
SODIO,
§
POTASIO,
§
MAGNESIO Y
§
CALCIO.
Un cuerpo
sano siempre tiene una reserva
de estos minerales alcalinizantes para un
caso de emergencia. Pero si hay pocas reservas o no lo obtiene de los alimentos, lo va a
buscar a cualquier otro sitio; la
sangre (sodio y potasio), los
huesos y cartílagos (calcio), o los
músculos (magnesio) dónde son necesarios. Y esto
obviamente puede conducir a deficiencias y a la variedad de síntomas que de ello
deriva.
Cuando la
acidez es tal que el cuerpo no puede eliminarla vía
orina, heces, respiración o sudor, lo que hace es almacenarla
en los tejidos. Entonces el sistema linfático (inmune) hace lo
que puede para neutralizarlo y eliminar todo lo que puede. Y esto significa,
volver a lanzarlo de nuevo a la sangre, generando un círculo vicioso, robando
aún más minerales básicos del propio cuerpo y estresando al hígado y a los
riñones. Aún más, si el sistema linfático se ve saturado, o sus conductos no
funcionan correctamente (muchas veces por falta de ejercicio), los ácidos se
acumulan en el tejido conectivo.
Los
desequilibrios del pH de la
sangre y de los tejidos producen irritación e inflamación y preparan el terreno para las
enfermedades. El
sistema circulatorio intentará
eliminar los ácidos en forma de gas o de líquido, a través de los pulmones o
los riñones. Si hay demasiados desechos, los depositará en varios órganos: corazón, páncreas, hígado y colon, o en el tejido graso, incluyendo
pechos, caderas, muslos y abdomen y cerebro. Conocemos estos depósitos como: pólipos,
fluidos, quistes, cristales ácidos, tumores, verrugas, protuberancias, masas,
manchas, lunares, ampollas, etc.
A este proceso también
se le puede llamar: envejecer. Finalmente,
si continúa, (en el séptimo nivel de acidez) este proceso conduce a las enfermedades degenerativas, incluyendo cáncer. Y
todo esto provocado por ácidos derivados de la dieta, metabólicos
y del entorno. Ácidos de dieta,
se refiere a lo que comes y bebes; ácidos metabólicos se
producen a medida que el cuerpo procesa lo que se come y se bebe (para
convertirlo en energía); ácidos ambientales
vienen del entorno, productos sintéticos o el humo de una
fábrica o los coches, también se incluyen el entramado eléctrico y las ondas de todo tipo.
Por otro lado, una sangre y tejidos
sanos y alcalinos crean un cuerpo sano.
¿Qué función tienen los MICROORGANISMOS?
Una de las
consecuencias peores de tener un cuerpo demasiado acidificado son los
“bichos” que crecen con fuerza dentro
de él: bacterias, levaduras u hongos de todo
tipo. (Se pueden ver claramente en la sangre). Los desechos ácidos preparan
el terreno para la proliferación de todo
tipo de microorganismos devastadores dentro
del cuerpo, empezando por las famosas cándidas. Cándidas es el nombre común en latín para
denominar LEVADURA, que en verdad es un tipo de hongo. Las levaduras y los hongos son
formas unicelulares que crecen en materia humana, animal o vegetal. Están por
todas partes. Las cándidas normalmente se encuentran en el tracto gastrointestinal a causa
de la ruptura de los alimentos. Pero pueden crecer de manera desmesurada
provocando montones de síntomas
desagradables, crónicos o fatales. Todos conocemos sus
efectos: infecciones
vaginales, infecciones de vejiga, llagas en la boca, en la garganta etc.
Las excreciones de estos microorganismos son venenosas,
son las micotoxinas y exotoxinas (mico quiere
decir “hongo”, exo quiere
decir “bacteria”, y toxina es
“veneno”). Los microorganismos producen estos desechos ácidos cuando ingieren y digieren (fermentan)
energía en forma de electrones a partir de los carbohidratos, proteínas y
grasas (lo mismas sustancias que nuestros cuerpos buscan para generar energía).
Las cándidas y otros
microorganismos se aprovechan de las
zonas más débiles del cuerpo, envenenándolas y
agotándolas. En un medio ácido tienen campo abierto. Viven de nuestra energía o electrones, usan
nuestra grasa y proteínas, incluso nuestra materia genética, ácidos nucleicos,
para poder desarrollarse y crecer.
¡LOS MICROORGANISMOS LITERALMENTE NOS COMEN VIVOS!
Después lanzan sus desechos tóxicos a la sangre y dentro de las células contaminando aún más el sistema.
Para que
tengáis una ligera idea de cuan devastadores pueden llegar a ser: han
sobrevivido durante millones de años sin apenas haber evolucionado
genéticamente, se supone que por no necesitarlo. Son auténticos supervivientes. Existen más de 5000 tipos
diferentes. Pueden
permanecer en estado latente y activarse y crecer increíblemente en muy poco
tiempo. Las bacterias y los
hongos en sí mismos no son perjudiciales y no
producen síntomas, sino sus desechos tóxicos. Tampoco
son las que provocan las EFERMEDADES O LOS MALESTARES, sino que aparecen porque el terreno
interno está comprometido (ácido), provocando
que las células se transformen e involucionen, convirtiéndose en bacterias, levaduras y hongos. Ej.: “Los
mosquitos buscan aguas estancadas, pero no son las que provocan que el agua se estanque”.
Estos organismos (transformación biológica de las células del propio
cuerpo) y sus desechos,
contribuyen directa e
indirectamente a una larga lista de
síntomas. La mayoría de malestares y enfermedades, especialmente las crónicas y degenerativas surgen del
estado de acidificación
crónico, dando lugar a la transformación de
microorganismos y su crecimiento desmesurado.
Va desde
los extremos: Pie de atleta a SIDA,
diabetes, cáncer, arteriosclerosis, osteoporosis, fatiga crónica y más
-incluyendo infecciones de transmisión. Incluyendo dolor, infección, fatiga y
disfunciones corporales en glándulas, indigestión,
diarreas, antojo alimentario, depresión, hiperactividad, comportamiento
antisocial, asma, hemorroides, resfriados y gripes, problemas respiratorios,
endometriosis, piel seca y escozor, gingivitis, hongos en dedos del pie, mareo,
dolor en las articulaciones, mal aliento, úlceras, colitis, ardor estomacal,
boca seca, problemas menstruales, irritabilidad, ojos hinchados, falta de
libido, lupus, cambios de humor, desequilibrios hormonales, infecciones
vaginales, quistes y tumores, artritis reumatoide, parestesias, fiebre del
heno, acné, gases,
hipoglucemia, hernia de hiatos, migrañas, atontamiento, insomnio, tendencias
suicidas, frío constante, sobre peso, exceso de delgadez, hipersensibilidad
química, poca memoria, dolores musculares, alergias de todo tipo, irritación
ocular, esclerosis múltiple, mala absorción de alimentos, infecciones de
vejiga, por nombrar algunas.
¡Los
MICROORGANISMOS son transformaciones biológicas de nuestro cuerpo y viven y
prosperan en un medio ácido con poco oxigeno! Les encanta nadar en sus propios desechos que aún
añaden más ácido al organismo. Existen más de mil toxinas producidas por bacterias, levaduras y hongos.
En un medio interno ácido las
células del cuerpo degeneran, o involucionan convirtiéndose en bacterias,
levaduras, y hongos de todo tipo.
Por eso es
importante que el cuerpo esté alcalino-básico, porque así las células no se transforman en
bacterias, levaduras y hongos. Cuando hay un equilibro ácido-base,
las células se transforman, dando a luz a microorganismos, sin que haya un desarrollo y
crecimiento excesivo de sus formas negativas peligrosas, se genera el medio óptimo para el
crecimiento exclusivamente de células corporales
vibrantes y una
disminución o eliminación de todos los niveles de microorganismos.
El
pH de la sangre y orina es
el factor más importante a la hora de determinar el estado
de los microorganismos en la sangre.
El
crecimiento excesivo de microorganismos ocurre en dos fases:
§
en
la fase inicial de
desarrollo, los microorganismos crecen en pequeñas colonias, y aunque son
visibles en la sangre, normalmente no se detectan físicamente y no producen
síntomas.
§
en
la segunda fase, es la fase de
síntomas agudos o crónicos, las complicaciones y malestar son obvios. Esta
segunda fase puede tardar años o puede ocurrir rápidamente.
Cuando el cuerpo vuelve al equilibrio, al estado
base, las bacterias, levaduras, hongos dejan de desarrollarse y vuelven a se
benignas. Sus desechos tóxicos pueden ser expulsados del cuerpo.
El ejemplo del pez enfermo: se cambia el agua.
“Imaginemos que el cuerpo es como una
pecera, y que las células y órganos internos son como los peces, que nadan en
el fluido (incluida sangre) que transporta su comida y elimina los desechos.
Luego imaginemos que acercamos el coche y conectamos el tubo de escape al
filtro del aire de la pecera, después le tiramos demasiada comida o comida
inadecuada. El agua se
llena de monóxido de carbono y se vuelve ácida,
y los peces son incapaces de comerse toda la comida o de digerirla, y los
restos comienzan a pudrirse. Los desechos ácidos tóxicos van aumentando
haciendo que el agua sea aún más ácida.
Lógicamente los peces empezarán a enfermar o a morir. ¿Qué se haría para arreglarlo?
¿Trataríamos a los peces? No, obviamente cambiaríamos el agua. Pues lo mismo ocurre con nuestros
cuerpos. Hay que limpiar el agua y mantenerla limpia.”
¡EL
DESEQUILIBRIO ACIDO ES PERFECTAMENTE NATURAL, PERO CUANDO ESTAMOS MUERTOS!
El caos
y desequilibrio ácido y transformación de microorganismos y
luego su crecimiento desmesurado es totalmente natural y es un
proceso ordenado cuando la vida está terminando. El cuerpo automáticamente se vuelve ácido
cuando muere. En el momento que dejas de respirar los niveles
de oxigeno descienden velozmente, generando un entorno anaeróbico (sin oxigeno)
en el que pueden proliferar los microorganismos (además de que aman el ácido).
Entonces se ponen a trabajar. Su gran trabajo. Una de las razones principales por las cuales forman parte de
nuestro cuerpo es que se encargan de las “pompas fúnebres” cuando morimos. Los
microorganismos y sus toxinas se encargan de reducirnos hasta convertirnos de
nuevo en micro encimas. Los
biólogos lo llaman el ciclo de carbono. Es lo que significa; “de la ceniza a la
ceniza, del polvo al polvo.” El
ácido es lo que hace que nuestro cadáver se pudra, se descomponga. ¡Lo
escabroso es que hace lo mismo con nuestro cuerpo cuando estamos vivos!
Así que
con nuestros ácidos provenientes de la dieta y del metabolismo, que generan la transformación
patológica de microorganismos, y su crecimiento desmesurado en cuerpos
acidificados vivientes, el proceso se inicia prematuramente. Las
bacterias, levaduras y hongos comienzan su festín antes de hora, mientras
estamos vivo. Básicamente nos estamos pudriendo por dentro,
fermentando, llenándonos de hongos.
IMPORTANTE: en principio no hay nada malo con los microorganismos. En todo caso, son
buenos. Las células de todo el cuerpo se mueren
constantemente, y nacen nuevas, para que el cuerpo pueda renovarse
de nuevo, y mantenerse sano y vigoroso. Los microorganismos son una
fase de todas las células transformadas y están ahí para manejar y reciclar, para que no se acumule la
basura.
¿Cómo fomentar un estado alcalino?
Como se ha
comentado antes hay una asociación entre acidez y un crecimiento desmesurado de
microorganismos en el cuerpo. Ya se ha comentado con anterioridad que el exceso
de acidez se genera no solo por las propias funciones metabólicas del cuerpo,
sino por el tipo de alimentos que
ingerimos, lo que bebemos, los tóxicos que tomamos (medicinas, azúcar, etc.),
el estilo de vida (vida sedentaria o exceso de ejercicio), las emociones,
pensamientos negativos, el estrés, la contaminación, etc. Es un ciclo de
desequilibrio.
Las células del cuerpo están siempre trabajando para
adaptarse al pH que va descendiendo en un medio ácido. Se descomponen y
evolucionan (involucionan) transformándose en bacterias, hongos y levaduras que
a su vez, excretan sus toxinas (ácidos debilitantes), intoxicando aún más el ya
contaminado medio interno. Es un desequilibrio para el sistema, y así es como
se perpetúa el ciclo.
La buena
noticia es que comiendo alimentos adecuados y tomando suplementos con sabiduría
que alcalinicen el cuerpo, tomando la
sal adecuada (sal o agua de mar) y un estilo de vida y ejercicio adecuado, los
microorganismos dejarán de desarrollarse en exceso y las células comenzarán a
evolucionar positivamente, y el cuerpo
podrá eliminar las toxinas como es debido. El
pH se equilibra tomando los alimentos adecuados que
tienen un efecto alcalinizarte en el organismo.
¿Qué alimentos alcalinizan el cuerpo?
Básicamente las
verduras de hojas verdes, como las espinacas, acelgas, berros, rúcula,
brócoli, lechuga, canónigos, etc., también las papas, camotes o boniatos,
tomates, pepinos etc., las legumbres como los garbanzos y lentejas, las
semillas y las nueces, almendras y avellanas. Limón, lima y pomelo.
La sal buena de mar, no refinada. Los cereales como la quínua, la quiwicha, el mijo, trigo sarraceno, espelta
y el arroz integral. El Tolú también. Lo ideal es que un 80% de
nuestro alimento sea alcalinizarte y que un 20% sea acidificante para mantener
el equilibrio.
Los alimentos que básicamente nos acidifican son: proteínas de
origen animal: carnes de todo tipo, huevos, lácteos. El azúcar en todas sus
formas, hidratos de carbono refinados: arroz blanco, pan, pasta (trigo).
¿Hay algo más que alcalinice el cuerpo?
Excepcionalmente la
sal y
mejor aún, el agua de mar. Evidentemente no nos referimos a
la sal refinada, sino a la Sal del Himalaya o Sal Marina evaporada.
El
limón y la lima, a
pesar de ser ácidos curiosamente tienen un efecto alcalinizante en el
organismo. Los aceites como el de oliva, linaza, aceite de sacha inchi, uva, palta
o aguacate también tienen un efecto alcalinizánte. Asimismo, se incluyen los omega 3
(aceite de pescado o krill).
Existen también sales minerales especialmente
alcalinizantes: sodio, potasio, magnesio y calcio. Se pueden comprar juntas o
por separado. Existen gotas para equilibrar el pH, para alcalinizar el agua.
¿Cómo saber en qué estado estamos?
Hay una manera muy sencilla para poder comprobarlo.
Evidentemente si nos encontramos mal, tenemos alguna dolencia o estamos
sufriendo alguna enfermedad de cualquier tipo será evidente que estamos
acidificados, pero muchas veces no tenemos ningún síntoma.
La manera
más sencilla es testárselo uno mismo en casa
con unas tiras de papel que son especiales para medir el nivel de pH tanto de
la saliva como de la orina. Las tiras son fáciles de encontrar y
son baratas.
El pH de
la saliva puede variar mucho más, sin embargo el de la orina es más estable, y por lo tanto es más fiable
testar la orina, ya que nos indicará el nivel de pH de nuestros tejidos. El pH
de la orina también puede variar en respuesta directa a lo que comemos y
bebemos. Lo ideal es testar la primera orina de la mañana ya que ésta nos
indicará cual es nuestro estilo de vida por lo menos de las últimas 24h. Luego,
la segunda orina lo que nos indicará el estado en que estamos en ese momento.
La variación será evidente. También es conveniente testar el pH de la saliva
nada más levantarnos, antes de ingerir nada.
Si vemos
que sale ácido lo podemos corregir inmediatamente tomando un poquito de algunos
alimentos extra alcalinizantes; almendras, brócoli, pepino, espárragos o palta.
El pH debería estar idealmente en 7.2 o por encima, si está por debajo de 7,
sabremos que estamos ácidos. También se puede ir comprobando nuestro estado
después de cada comida para ver como estamos.
Los resultados no son definitivos.
El pH también puede comprobarse con un análisis de
sangre. El ideal será: 7.365.
¿Por qué la alimentación ecológica favorece un estado alcalino?
Favorece
la alcalinidad porque no tiene pesticidas ni otros elementos químicos, y los
pesticidas son tóxicos para nuestro cuerpo y por ende acidifican.
Además de que la alimentación ecológica tiene muchos más nutrientes ya que la
tierra dónde crecen está menos empobrecida y menos explotada que las tierras
dónde se cultivan masivamente.
¿Por qué el equilibrio emocional favorece un estado alcalino?
Quienes
deseen recuperar su salud o simplemente mejorarla y luego mantenerla deberán
motivarse apropiadamente en todos los sentidos, en la manera de comer, beber y
en especial la manera de PENSAR. El estar alcalino es un estilo de vida. La
parte del pensamiento incluye los procesos de pensamiento, sistemas de
creencias, salud psicológica, bienestar emocional, nivel de conciencia
personal, las actitudes, sentimientos y comportamiento.
Las
emociones pueden provocar aún más acidez que lo que comemos o bebemos. Las emociones negativas provienen de muchos sitios y
tienen muchas formas. Las emociones negativas incluyen pensamientos, sentimientos,
experiencias, memorias conscientes e inconscientes, sueños. Problemas de la
vida. Todos ellos causan “estrés” y el estrés genera mucho ácido en el cuerpo. Por eso es importante trabajarse todos
estos aspectos. Lo que ingerimos, bebemos y nuestras emociones, son
importantes para recuperar nuestro equilibrio interior.
Evidentemente, si no cuidamos el aspecto mental, emocional y espiritual,
solucionando nuestros conflictos como la falta de autoestima, el orgullo, ira,
miedos, etc, difícilmente alcanzaremos ese estado alcalino y
también nos costará mantenerlo. Además
los pensamientos negativos consumen muchísima más energía que los positivos,
agotando por ende, el cuerpo. Así es como entenderíamos que las
emociones negativas pueden llegar a enfermarnos, ya que provocan por sí mismas,
ese estado acidificado tan negativo.
¿Por qué la práctica del deporte favorece un estado alcalino?
El
ejercicio nos hace respirar y obtener oxigeno, y hace que sudemos. Moviliza el sistema linfático. Y al hacerlo nos ayuda
a estar alcalinos y a mantenernos así. El ejercicio nos permite eliminar las
toxinas del cuerpo, eliminar la acidez del tejido graso. También es importante
para fortalecernos y ganar flexibilidad, para fortalecer el sistema
cardiovascular, los huesos y las articulaciones. Mejora el metabolismo, la presión
sanguínea, equilibra el nivel de triglicéridos en sangre y los niveles de
insulina.
¿Por qué el contacto con la naturaleza favorece un estado
alcalino?
En
verdad, lo que necesitamos para vivir es sol, agua, sal y clorofila. En la naturaleza hay mucho más oxigeno y el oxigeno
es necesario para la vida. En un entorno con oxigeno el ambiente está cargado
de iones negativos y como decía Dan Winter, es un entorno mucho más
fractalizado. En las ciudades hay menos oxigeno, y hay todo tipo de
contaminación, no solo por los coches, sino por las ondas que circulan de todo
tipo, de las torres de telefonía móvil, wifis, entramado eléctrico,
calefacciones, etc., Todo ello contribuye a mantener un entorno cargado con
iones positivos (cuando llueve es al revés, los iones son negativos). Y este
entorno favorece la acidificación. Además en la naturaleza, hay menos ruido y
favorece la tranquilidad. En las ciudades hay tanto ruido que es difícil no
estresarnos.
Esta información está basada en el Dr. Robert O Young y en el Dr. Sang
Whang. Es preciso decir, que el contenido de esta página es únicamente de
carácter informativo.
Alcalinidad fisiológica
Es poco
conocido el significado de alcalinidad, como concepto opuesto a acidez. Incluso
este término se interpreta en forma muy limitada, asociado sobre todo al
clásico ardor estomacal o a los reflujos. Sin embargo, no es exagerado afirmar
que la adecuada comprensión -y la posterior corrección- de la acidificación
orgánica, serviría para resolver la mayor parte de los grandes problemas que
afligen a la salud pública.
Estos
conceptos han sido científicamente demostrados por grandes investigadores de
nuestro siglo y utilizados desde tiempos remotos en la medicina oriental. Para
comenzar, conviene explicar lo que significa acidez y alcalinidad.
Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de cualquier
elemento, sobre todo en medios líquidos.
El grado
de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala de pH (potencial de
hidrógeno), que va de 0 (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en
el centro (7) el valor neutro. O sea que entre 0 y 7 tenemos valores de acidez
y de 7 a
14, de alcalinidad. Esto no quiere decir que lo ácido sea “malo” y lo alcalino
“bueno”, dado que ambos se necesitan y se complementan en las reacciones
químicas. Por ello se habla de equilibrio o balance.
ASÍ
EN LA SANGRE COMO
EN LA CÉLULA
Dado que la química corporal genera infinidad de
reacciones y exigencias específicas, intentaremos comprender aquí cómo funciona
el mecanismo base del equilibrio ácido-alcalino a nivel celular. Los trillones
de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar
residuos y renovarse constantemente.
A fin de
satisfacer esta exigencia vital, la sangre cumple dos funciones vitales para el
correcto funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxígeno) y retirar los residuos tóxicos que genera la
transformación (metabolismo) de dichos nutrientes. A nivel celular se produce
una especie de combustión interna, que libera calor corporal. Los residuos que
se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y deben ser
evacuados del organismo mediante la sangre, a través de las vías naturales de
eliminación (hígado, riñones, pulmones, piel).
En este
contexto vuelve a tomar importancia la cuestión enzimática, pues las enzimas son esenciales para
“detonar” dicha combustión y además de la temperatura, también son sensibles a
la variación del pH. Por ejemplo, hemos visto que las amilasas
digestivas pueden actuar sobre los almidones en un medio alcalino (saliva) y
son inhibidas por un medio ácido (secreciones estomacales).
Para permitir una eficaz combustión celular, y por
otra gran cantidad de razones fisiológicas, el plasma sanguíneo debe mantener a
ultranza un ligero nivel de alcalinidad. El pH de la sangre puede oscilar en un
estrecho margen: entre 7,35 y 7,45.
Al transgredir estos límites, la sangre pierde capacidad
de almacenar oxígeno en los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la
tarea de eliminación de los residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no
nutre y no limpia las células, génesis profunda de cualquier enfermedad. Para
dar una idea del estrecho margen de maniobra del pH sanguíneo, digamos que al
descender de 7 se produce el coma diabético y la muerte.
COMPENSAR
O MORIR
Cuando se
incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios mecanismos (tampones) buscan
restablecer este vital equilibrio. En todos los casos se requiere la suficiente
presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O sea que
un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de sustancias alcalinas, con el fin de poder neutralizar
los ácidos provenientes del alimento y del metabolismo celular.
En primera
instancia, y como mecanismo más simple, la sangre debe obtener suficientes
bases de los alimentos. En caso de carencia (tanto por
exceso de ácidos
circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la sangre echa mano a dos
mecanismos de emergencia para preservar su equilibrio. Uno consiste en derivar
ácidos, depositándolos en los tejidos a la espera de un mayor
aporte alcalino. Esto genera (reuma, problemas circulatorios, afecciones de
piel, etc).
El otro
mecanismo es recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio, magnesio, potasio) depositadas en huesos,
dientes, articulaciones, uñas y cabellos. De este modo, la sangre se convierte
en un “saqueador” de la estructura orgánica, con el único objetivo de
restablecer el vital equilibrio ácido-básico que permite sostener el correcto
funcionamiento orgánico. Esta lógica funcional es la homeostasis orgánica, que
significa “mantener la vida generando el menor daño posible”. Para el
organismo, una menor densidad ósea no significa peligro para la vida, pero sí
un pH ácido en la sangre. Así funciona el mecanismo de la descalcificación y la
desmineralización.
Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas,
se hacen frágiles y hay osteoporosis; las piezas dentales se fisuran con
facilidad y surgen caries; las uñas muestran manchas blancas y se tornan
quebradizas; las articulaciones degeneran y hay artrosis; el cabello se
debilita y se cae; se advierten lesiones en las mucosas, piel seca, anemia,
debilidad, problemas digestivos, afecciones de vías respiratorias, infecciones,
sensación de frío, etc.
Normalmente
no se asocian estos síntomas con la acidez. Un ejemplo es la osteoporosis,
clásica enfermedad de acidificación. Sin embargo se la combate inadecuadamente
con alimentos (lácteos) que, por su aporte ácido, agravan el problema. El
sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo correcto es
atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para neutralizar su acidez.
De lo
visto, podemos concluir que para permitir el normal trabajo de la sangre y las
células, debemos ser cuidadosos en el aporte que realizamos a nuestro cuerpo a
través de los alimentos que ingerimos. Por un lado tratando de
evitar alimentos (y situaciones) acidificantes, y por otro incrementando la provisión
de bases a través de
una mayor ingesta de alimentos alcalinizantes. Todo esto complementado por
un buen aporte de oxígeno, a través del necesario movimiento, y un
correcto funcionamiento de los órganos depurativos encargados de eliminar los
ácidos.
VISIONES
PIONERAS
Según los
estudios de Ragnar Berg -médico
sueco fallecido en 1956, pionero en la investigación de la alimentación alcalinizante-
un 85% de nuestra dieta debe estar compuesta de elementos ricos en bases (de
los cuales una parte debe estar en estado
crudo) y sólo un 15% debería estar reservado a los alimentos
acidificantes. Si bien Berg combatía los procesos de acidificación con
preparados de sales alcalinas y citratos, sostenía que la mejor terapia era la
de jugos frescos de frutas y verduras.
Este hecho resulta fácilmente comprobable cuando
realizamos un día de ayuno bebiendo solamente jugos de frutas. Al día siguiente
sentimos una sensación de alivio general en todo el organismo, ya que estamos
permitiendo el proceso de purificación de los residuos ácidos, gracias al
aporte exclusivo de bases y vitalizantes enzimas.
El Dr. Berg determinó que las verduras silvestres
poseen mayor cantidad de sales alcalinas que las de cultivo. Esto ha sido
confirmado por estudios franceses y alemanes, que demuestran una disminución de
estos valores (y de otros nutrientes importantes), inversamente proporcional al
aumento del uso de abonos químicos. Ello se debe a la disminución de minerales
alcalinos y a la presencia de residuos ácidos.
También se
ha probado experimentalmente que la fruta madurada artificialmente (en cámara)
deja de comportarse como alcalinizante en el organismo. Son comprobaciones
científicas de la involución cualitativa de la producción industrializada de
nuestros alimentos.
William
Howard Hay, creador de la dieta que
se popularizó en los años 30, sugería una proporción en volumen del 20% en
alimentos acidificantes y 80% en alcalinizantes. Arnold
Ehret, propulsor de
la dieta cruda, sugería eliminar todos los alimentos
acidificantes. Paavo Airola, naturópata europeo, sostenía que
necesitamos ambos tipos de alimentos, en sintonía con el concepto de balance
yin-yang de los orientales.
En nuestro
ámbito, el médico rosarino Samuel Sack hizo
un aporte interesante al tema del equilibrio ácido-básico, desarrollando una
técnica de remojo de alimentos ácidos en soluciones alcalinas (caldo
de repollo blanco o agua bicarbonatada). Su sistema se basa en las propiedades
alcalinizantes y neutralizantes de ácidos del repollo blanco. Estas virtudes se
encuentran mayormente en el repollo crudo y en el agua de su cocción.
El remojo de los alimentos en caldo de repollo no
altera su calidad ni su sabor, sino por el contrario, facilita su asimilación y
transformación en el organismo, influyendo positivamente en el equilibrio
ácido-básico. Al hervir, el repollo libera álcalis que pasan al agua y el
proceso de neutralización de los alimentos sumergidos en ella se realiza en
forma directa. El Dr. Sack recomendaba agregar siempre una hoja de repollo
crudo a las ensaladas (en exceso puede producir gases), desaconsejando en
cambio el consumo del repollo hervido.
Si bien este sistema puede resultar útil para
personas que realizan una transición a una dieta alcalinizante, conviene
circunscribirlo al período de conversión de hábitos. Estamos viendo que muchas
reacciones metabólicas requieren condiciones de normalidad fisiológica, que
estas intervenciones pueden alterar, impidiendo el correcto funcionamiento de
procesos enzimáticos y vitamínicos.
Por ello
es siempre más recomendable evitar los alimentos problemáticos (cárnicos,
lácteos, refinados), antes que intentar “emparchar”. Hemos visto que las
proteínas necesitan un medio ácido para la correcta acción enzimática de las
proteasas que las degradan en aminoácidos. Por esto, alcalinizar carnes y
lácteos puede convertirse en arma de “doble filo”, dificultando su asimilación
o exigiendo esfuerzos extras al organismo, a nivel de secreciones gástricas y
enzimáticas. De allí, que resulte preferible eliminar estos alimentos, antes
que “corregirlos a ojo”.
ALCALINIZANTES
Y ACIDIFICANTES
Veamos que
se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. Nuestros nutrientes
(como todos los elementos de la
Naturaleza ) tienen distintos grados de acidez o alcalinidad.
El agua destilada es neutra y tiene un pH 7. Básicamente todas las
frutas y verduras resultan alcalinizantes. Si bien la fruta tiene
un pH bajo (o sea que resulta ácida), debemos evitar una generalizada
confusión: no es lo mismo la reacción química de un alimento fuera que dentro
del organismo.
Cuando el
alimento se metaboliza, puede generar una reacción totalmente distinta a su
característica original. Es el caso del limón o de la miel. Ambos tienen pH
ácido, pero una vez dentro del organismo provocan una reacción alcalina.
Distinto es el caso de las células animales. Tanto la desintegración de
nuestras propias células como la metabolización de productos de origen animal,
dejan siempre un residuo tóxico y ácido que debe ser neutralizado por la
sangre.
Así vemos
la diferencia básica entre un alimento de reacción ácida (que
obliga a robar bases del organismo para ser neutralizado) y un alimento de reacción
alcalina (que aporta
bases para neutralizar excesos de acidez provocados por otros alimentos o por
los propios desechos orgánicos del cuerpo).
También
los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos y ello nos permite hacer
una elección más consciente. Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto
contenido de azufre, fósforo y cloro. En cambio son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de calcio,
magnesio, sodio y potasio.
En general
los cereales generan desechos
ácidos al ser
metabolizados: ácido sulfúrico, fosfórico y clorhídrico. Esto resulta más
marcado en el trigo y el maíz (los indígenas americanos remojaban el maíz en
agua de cal). El mayor contenido en minerales alcalinos hace que otros cereales
resulten más alcalinizantes: mijo, cebada, quínoa, trigo sarraceno. El arroz
integral es considerado como neutro en la dietética oriental.
Por su
parte las legumbres y las semillas son ligeramente acidificantes por su
contenido proteico, aunque no todos por igual, con excepciones como las
almendras y los porotos blancos, aduki y negros. Los lácteos son
elementos acidificantes,
aunque la leche fresca sin pasteurizar sea ligeramente alcalina. La
pasteurización acidifica la leche y por tanto a todos sus derivados. Mientras
la dietología clásica y la ciencia de la alimentación no dan importancia o
ignoran totalmente esta distinción, en una Nutrición Depurativa es muy
importante conocer la reacción de los alimentos. Además es importante manejar
otros aspectos que tienen que ver con la preparación misma de las comidas.
Por
ejemplo: se ha demostrado que un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de
las vitaminas y bases se pierden en el agua de cocción de las verduras. Resulta entonces que
el alto contenido básico que poseen las verduras -y que resulta tan útil para
el equilibrio sanguíneo- se desvaloriza. Incluso las verduras llegan a
presentar naturaleza ácida cuando se tira el agua de cocción. De allí la
importancia del sistema oriental de cocer las verduras al vapor en cestas de
acero o bambú, o sea sin que estén en contacto directo con el agua. También
comprendemos el alto valor terapéutico de los caldos, que conservan todo el
contenido alcalino de las verduras y que resultan tan reparadores en enfermos y
convalecientes.
Lamentablemente
la acidosis (disminución
de la reserva alcalina en la sangre) se está convirtiendo en una enfermedad
social que provoca
grandes problemas y que generalmente no se diagnostica. Sin embargo nadie se preocupa por
advertir sobre el problema. Por el contrario, el bombardeo publicitario incita
al consumo masivo de productos industriales, que resultan altamente acidificantes.
Dejemos de
lado (por lo obvio) carnes y hamburguesas, que muchas personas logran
disminuir o evitar. Gaseosas basadas
en azúcares refinados y compuestos acidulantes; bebidas
alcohólicas, alimentos elaborados con cereales, grasas y azúcares refinados; lácteos
industrializados y especialmente quesos; aditivos alimentarios, conservantes… forman un cóctel
explosivo que se ingiere los 365 días del año, varias veces por día y en
grandes cantidades.
ÁCIDOS
BUENOS Y MALOS
Claro que
no todos los ácidos son malos. En nuestros alimentos hay ácidos
beneficiosos y otros
perjudiciales. Entre los beneficiosos podemos citar a los frutales. El caso de los ácidos: cítrico,
málico, tartárico, fumárico, etc. Estos ácidos orgánicos débiles,
una vez metabolizados en el organismo se combinan con minerales (sodio, calcio,
potasio) y dan lugar a sales minerales, carbonatos y citratos (elementos que tienen la capacidad de
fluidificar y alcalinizar la
sangre) o bien se oxidan en la sangre y son eliminados del organismo como
anhídrido carbónico, activando la ventilación pulmonar. He aquí la explicación
del benéfico efecto del limón, cuyo jugo ácido es utilizado para la hiperacidez
de estómago. Otro ácido interesante es el láctico (fermentos), de benéfico
efecto sobre el equilibrio de la flora intestinal.
Definitivamente
nefastas para el organismo resultan las ácidas
bebidas gaseosas, hoy omnipresentes en la cotidianeidad
alimentaria. Los azúcares de por sí generan ácidos en su proceso metabólico
(ácido acético). A ello se agregan los aditivos acidulantes (ácido fosfórico pH
2,8) y el ácido carbónico, generándose un coctel dañino, que se potencia con
los grandes volúmenes de consumo diario.
Párrafo aparte para los ácidos presentes en carnes,
embutidos y lácteos (úrico, butírico, nítrico, sulfúrico). Como decíamos al
principio, toda desintegración de células animales -de nuestro propio cuerpo o
de alimentos animales- deja un residuo tóxico y ácido. Estos residuos, además
de consumir bases para poder ser neutralizados en la sangre, deben ser luego
eliminados del organismo.
En la juventud, el buen funcionamiento de los órganos
de eliminación (principalmente riñones y piel), hacen que los ácidos sean
eliminados satisfactoriamente. Pero con el correr de los años, al acentuarse
los efectos nocivos de la acidificación en el organismo, estos órganos pierden
eficiencia. Al no poder ser eliminados del organismo, el ácido úrico y otros
residuos metabólicos de naturaleza ácida, son retenidos fundamentalmente por el
tejido conjuntivo, así como por los huesos y cartílagos del cuerpo, con el
objetivo de retirarlos del flujo sanguíneo y poderlos eliminar más adelante.
Esto sirve
de origen a dolencias tales como: artritis, artrosis, reumatismo, fibromialgia, enfermedades del
corazón, de los nervios, ciática, alergias, eccemas, herpes, urticaria, asma,
nefritis, hepatitis, cálculos, arteriosclerosis y un estado de enfermedad
latente pronto a manifestarse.
Las consecuencias que tiene para la salud una
acumulación persistente de residuos o escorias (que el organismo debería
eliminar y no puede), son funestas. Según la naturaleza de cada persona,
comenzarán a presentarse a corto plazo los primeros síntomas del padecimiento
de una u otra enfermedad (signos de alarma), que variarán según cuales sean los
tejidos u órganos afectados.
Una
alimentación pobre en bases entorpece el normal proceso de combustión en los
tejidos celulares, dando lugar a la formación de estos residuos de naturaleza ácida,
muchos de los cuales no pueden ser eliminados por la orina.
Aportando una alimentación rica en bases y/o disminuyendo el contenido
proteico, posibilitamos una eliminación masiva de estos desechos, depurando así
el organismo. Todo esto nos permite comprender que aún una dieta que excluya la
carne (vegetariana) puede no ser ideal y puede resultar acidificante si se consumen en exceso: huevos,
quesos, legumbres, oleaginosas, cereales refinados, café, té, chocolate,
gaseosas y azúcar blanca. En una clásica expresión que oímos de
mucha gente, se puede advertir este involuntario pero grave error de concepto.
“Pero si como sano; no como carne; como acelga
hervida, un poco de queso, fideos, tomo té negro con galletitas y mermelada…” ¡¡¡O sea, todos alimentos acidificantes!!!
Para
finalizar, debemos considerar otros perjudiciales ácidos no alimentarios,
presentes en nuestra jornada cotidiana y que colaboran con la acidificación
corporal. Nos referimos al ácido nicotínico del tabaco, el ácido acetilsalicílico de los analgésicos, el
ácido clorhídrico que
genera el estrés y los ácidos provenientes del smog y
la contaminación ambiental. También debemos tener en cuenta los ácidos
generados en la incorrecta función intestinal,
a raíz de los procesos de putrefacción y fermentación.
ACIDEZ,
ENZIMAS Y VITAMINAS
Ya hemos
visto la importancia de la actividad enzimática. Además de la temperatura, el
pH es otro de los enemigos de la correcta función de las enzimas. Como se explica
en el apartado “El proceso digestivo”,
las enzimas que actúan sobre hidratos de carbono y lípidos, requieren un
ambiente alcalino para funcionar correctamente. Por ello su acción se
interrumpe en presencia de las ácidas secreciones estomacales, que en cambio
permiten el trabajo de las proteasas sobre las estructuras proteicas.
En este
sentido, resulta clave la adecuada secreción biliar para restablecer la
alcalinidad del bolo alimentario en el intestino delgado, donde amilasas y
lipasas deben completar su tarea digestiva sobre carbohidratos y grasas.
Al igual
que las enzimas, las vitaminas son también sensibles a las variaciones de pH, o
sea a los distintos grados de acidez o alcalinidad presentes en el medio donde
deben actuar. Esto se ilustra en el cuadro del apartado “Pérdida
de nutrientes”, donde se aprecia la sensibilidad de vitaminas
claves como la A , la B 1, la C , la D y la E.
Todo esto
nos lleva a una mayor valoración de la importancia que tiene el correcto
equilibrio fisiológico del pH en nuestros fluidos corporales, sobre todo sangre, linfa y líquido intracelular. Es allí donde se
generan las condiciones para que enzimas y vitaminas puedan cumplir su cometido
específico. Muchas veces las carencias se intentan resolver con el aporte de
suplementos, que más allá de la dudosa eficacia de la síntesis química, no
podrán actuar en un medio incorrecto desde el punto de vista del pH.
DIETA
ALCALINA
Ante todo
debemos hacer del comer, un acto plenamente consciente. El estrés, las obligaciones y las tensiones,
han provocado la transformación de nuestra nutrición en algo mecánico o apenas
placentero. Nuestros problemas de salud -que todos arrastramos, como
consecuencia de años de errores- nos deben servir como incentivo para comenzar
a modificar nuestros hábitos, prestando atención a qué
y cómo comemos.
Tampoco es
cuestión de caer en el extremo de andar contabilizando y estudiando cada cosa
que llevamos a la boca. Pero sí comenzar a concientizarnos para mejorar la
calidad de nuestra nutrición y en definitiva la calidad de vida. Atender al
equilibrio ácido-básico de
nuestro organismo nos permitirá eliminar una gran cantidad de síntomas, muchos
de los cuales ya los consideramos normales, de tanto convivir con ellos. El
éxito del cambio de actitud se basa en el gradualismo. Teniendo noción sobre
que alimentos son acidificantes y cuales alcalinizantes, es bueno comenzar a
modificar la ecuación de nuestra ingesta diaria. Proponerse inicialmente un 2 a 1 (dos partes de
alcalinizantes por cada parte de acidificantes) para luego llegar a un óptimo 4 a 1.
No debemos tener miedo a exagerar con los alimentos
alcalinizantes. Ya vimos que el problema está dado por el exceso de ácidos. De
haber exceso de bases -cosa muy poco probable en organismos recargados de
desechos- hay siempre en la sangre grandes cantidades de anhídrido carbónico
para neutralizarlas.
También es importante que cada persona adecue la
alimentación a su realidad corporal, social y laboral. Las personas nerviosas,
delgadas, friolentas, alérgicas, con dolores articulares, neuralgias, con
tendencias a caries, cálculos u osteoporosis; obviamente tendrán mayor urgencia
y necesidad de alcalinización. Así como no todos somos iguales, tampoco todas
las épocas del año exigen los mismos nutrientes.
Lo
importante es basarnos en el abundante consumo de frutas (de
estación y bien maduras) y verduras (preferentemente
crudas, cocinadas al vapor o consumidas con su agua de cocción en forma de
sopas). Hacer mucho uso de repollo blanco (crudo),
zanahoria, apio, papa, batata, nabos, hojas de
ensalada, berenjenas, pepino y tomate. Las algas,
por ser verduras marinas, corresponden a este grupo y son muy alcalinizantes
debido a su riqueza en minerales básicos (magnesio, calcio, sodio, potasio).
Entre las frutas, usar: limón, caqui, cereza, manzana,
melón, sandía, naranja, mandarina, toronja, damasco, piña, plátanos, durazno,
pera, arándano y uva.
Demás está
decir la importante que es consumir frutas y verduras de cultivo natural, o bien silvestres,
como el sanki, capulí o aguaymanto, camu camu, etc., dada la mayor acidez que generan los
cultivos industriales. Esto puede parecer difícil en las grandes ciudades, pero
es bueno insistir en la búsqueda de productores orgánicos que están apareciendo
en los cinturones verdes de las urbes; en el caso del Perú, en las regiones de
la sierra y selva.
Usar los
cereales menos acidificantes (arroz, trigo sarraceno)
o alcalinizantes (quínua, maíz o cebada).
Entre las frutas secas preferir almendras, sésamo, dátiles, pasas de uva, pecanas y castañas. Dentro del grupo de legumbres, los frijoles
blancos, negros, fríjol zarandaja, fríjol de palo, resultan ser los más alcalinizantes.
Como
endulzante preferir la miel
de abejas o el azúcar
mascabo integral. Usar fermentos alcalinizantes, como el miso, la salsa de soja, el
chucrut, los pickles en salmuera, el agua enzimática (rejuvelac), las umeboshi,
la chicha de jora, el tokosh y los
germinados en
general, incluidas las semillas activadas.
A nivel
hierbas, se destacan como alcalinizantes: el diente
de león (por
suerte es una “plaga” a lo largo y ancho del país), la bardana,
la ortiga, la congorosa, el inca
yuyo y el té
verde. También hay
hierbas de marcado efecto depurativo como el mil hombres, el palo azul, la espina colorada, la ulmaria o la zarzaparrilla.
Pero mejor sería el perejil. Así mismo, como un excelente
alcalinizante resulta el pasto de trigo que hemos hablado en otro capítulo.
Todo esto no quiere decir que debamos dejar
totalmente de lado los alimentos “acusados” como acidificantes; simplemente
debemos ingerirlos balanceados por los alcalinizantes. Por cierto que el exceso
de alimento es causa de acidificación corpórea; una razón más para buscar la
frugalidad en base a alimentos “íntegros”, que con escaso volumen satisfacen
las necesidades básicas. Algo difícil de lograr cuando nos alimentamos con
calorías “vacías” de contenido nutricional, o cuando el alimento se convierte
en una descarga emocional o, peor aún, en una adicción.
CONTACTO: Cel.: 51 999159453
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